La masacre cometida por Israel contra Gaza evidencia, una vez más, que mientras tecnológicamente nos encontramos en la cúspide evolutiva, nuestra evolución ética no solo ha quedado estancada, sino que ha sufrido un retroceso apenas con precedentes en la historia.
Asombra, entre los que contribuimos humildemente a difundir el genocidio en las redes sociales, la poca conmiseración que despierta entre nuestros conocidos.
Asombra que nuestra postura sea la excepción y no la regla, y que los mismos indiferentes que apenas se inmutan ante las imágenes de la masacre sean los mismos que derraman lagrimones viendo las telenovelas, los programas lacrimógenos o la pérdida de su equipo de fútbol.
Sólo una sociedad absorbida por la parafernalia, el consumo zombie, la holgazanería intelectual, el capitalismo descaradamente criminal, la frivolidad, la indiferencia, el egocentrismo y la información sesgada e interesada, puede producir semovientes con nula capacidad empática, incapaces de conmoverse ante hechos que requieran un ejercicio de concienciación.
Apenas dedicaré unas líneas a escribir lo obvio: los más poderosos medios de información, subvencionados por un eslabón de bancos que llega a los mismísimos Estados Unidos ( padrino político de Israel ), no tienen ningún interés en promulgar este asesinato a gran escala, como sí lo tuvieron en bombardearnos, por ejemplo, con los atentados de la maratón de Boston, donde tan solo murieron 3 personas.
En Palestina ya superan los 172 muertos, en su mayoría mujeres y niños, y los medios se dedican a informarnos de pasada, con voz aséptica, como quien informa de la subida del pan o de las altas temperaturas de mañana. Para quitar hierro al asunto las noticias apenas nos hablan de nombres y apellidos, sino de cifras y números que contribuyen a distanciar y deshumanizar la noticia, convirtiéndola en información de usar y tirar.
En periódicos como La Razón, que tan vehementes y machacones resultan a la hora de engordar y hormonar las manifestaciones venezolanas (gobierno que, por cierto, ha mandado a tomar viento fresco al embajador israelí y todo su cuerpo diplomático ) hay que buscar la noticia con lupa y someterla a una cirugía intuitiva para saber qué nos están diciendo. Caso particular de diestra parcialidad la de este periódico, el cual criminaliza, por ejemplo, las manifestaciones españolas.
Volviendo a los casos particulares, los pesados que andamos en las redes sociales poniendo nuestro minúsculo grano de arena, tenemos que soportar las miradas lastimeras de nuestros allegados, que piensan más o menos: «Qué bicho más raro, qué mal gusto, poniendo fotos de niños asesinados, ¿ estará loco?». Locos de indignación es posible, de asombro, también, pero para bicho raro aquel que es incapaz de conmoverse cuando a 4.800 km. se asesinan, mutilan, y se dejan huérfanos a niños día sí día también.
En fin, no quiero insultar a los bichos, ya que he visto hormigas cargar con otras hormigas heridas, apenas conocidas de vista. A esta gente hay que llamarla mejor seudohumanos, completos neutrales, complejos orgánicos.
Nuestro país apenas cambia, evoluciona, avanza éticamente, pues como escribiera Antonio Machado en carta Unamuno, «Las gentes parecen satisfechas de haber nacido «.