Muchos veteranos de guerra padecen estrés post traumático y se encuentran en riesgo de exclusión en una patria a la que no reconocen y que no los reconoce a ellos.
Para algunos, nada tendrían en común escritores, músicos, comediantes, directores de teatro, diseñadores de moda, activistas de derechos humanos, soldados del ejército británico y sus familias. Pero sí lo tuvieron para Tony Blair cuando, meses antes de dejar su cargo como primer ministro, recibió una carta que firmaron decenas de estas personas. Le exigían medidas para mejorar las condiciones de vida de las tropas y de quienes habían vuelto de Irak y Afganistán, así como atención a las familias de miles de soldados que habían perdido la vida en guerras inventadas.
Uno de cada cuatro soldados británicos que vuelven de Irak y de Afganistán padecen estrés post traumático, según expertos del King’s College en Londres. En total, casi 20.000 soldados y 3.500 reservistas corren la misma suerte en Reino Unido. Las enfermedades mentales están en los orígenes de los problemas de alcoholismo, de adicción a las drogas y de sinhogarismo que arrastran miles de estos soldados. Así lo sostiene la organización Combat Stress and the Royal British Legion, que ofrece apoyo y tratamiento a las tropas que vuelven de Irak y de Afganistán.
Decenas de organizaciones alertan sobre algo que algunos mandos del ejército confirman y que los medios de comunicación británicos y norteamericanos han documentado en la última década: se disparan los problemas de salud mental. Aparecen constantes regresiones a experiencias traumáticas que a veces inducen a actos violentos e incluso asesinatos durante esos “trances”. Casos de insomnio crónico, de pesadillas, de depresión.
En Estados Unidos, más de 130.000 veteranos de guerra duermen en la calle cada noche: casi 60 personas sin hogar por cada 10.000 ex combatientes, según datos de la Alianza nacional para acabar con el sinhogarismo (NAEH, National Alliance to End Homelessness). La organización insiste en el riesgo de exclusión social por los problemas psicológicos y familiares, por la falta de recursos económicos y de servicios financieros de los veteranos de guerra. Como propuestas han surgido programas gubernamentales de prevención del sinhogarismo por medio de sistemas de búsqueda de empleo, de tratamiento psicológico y sanitario, de construcción y facilitación de viviendas. Estos programas se complementarían con servicios dirigidos a los veteranos de guerra que han visto llegar tarde los programas preventivos.
El riesgo de exclusión social de soldados y veteranos se podría recrudecer en Estados Unidos con el envío de 30.000 tropas adicionales a una guerra que muchos analistas dan por perdida. También podría repetirse en los países que han comprometido tropas para la ofensiva de la OTAN en Afganistán, como es el caso de España y de Italia.
Las situaciones de calle en los veteranos de guerra también están relacionadas con la pobreza, con la falta de vivienda adecuada y la falta de acceso a redes de apoyo, según la NAEH. La proporción de veteranos negros en situación de calle confirma esta tesis.
La creciente presencia de soldados inmigrantes desmonta cualquier racismo cuando se convierten en blancos perfectos los negros y los latinoamericanos que no pueden acceder a una educación universitaria por falta de recursos o por problemas familiares, pero sí en los ejércitos de los países desarrollados. Á‰sta se ha convertido en una de las vías más comunes para conseguir la nacionalidad y mejorar las condiciones de vida para sus familiares.
También empresas militares privadas como Xe Services, antes Blackwater, han contratado efectivos de ejércitos como el colombiano y el chileno para ahorrar costes. El riesgo al que estos mercenarios se exponen al proteger a diplomáticos en las “zonas de seguridad” en Bagdad o en Kandahar provoca respuestas violentas y una participación en el conflicto armado que trasciende el supuesto “apoyo logístico” para el que son contratados. Los contratos que firman estas personas exoneran de toda responsabilidad a estas empresas cuando se dan casos de daños corporales y psicológicos como producto del conflicto armado.
Las empresas privadas han aprovechado el nicho que los propios Estados crearon con el mito de la “patria” y de la “nación”, que en realidad es donde uno se encuentra bien, como afirmaba Cicerón. Los veteranos encuentran silencio y una patria a la que no reconocen y que no los reconoce a ellos.
Carlos Miguélez Monroy