Cultura

Piano Man

Earl "Fatha" Hines

Earl "Fatha" Hines

Por ahí peroraba que él andaba ya tocando el piano antes de que la palabra jazz se inventara. ¿Y si fuese cierto? El Earl no se andaba con chiquitas. Fatha como los negros pronuncian father, se quedó entre el Earl y el Hines de su certificado de nacimiento, capaz porque nació dos veces; la segunda como uno de los forjadores de la historia del jazz. Vaya Fatha.
Lo ensandwicharon dos músicos: su padre, cornetista de la Eureka Brass Band y su madrastra, organista de la iglesia. Por algún lado tenía que salir este hombre, fuese de volante o de nueve. Eligió ser volante y tocar el piano porque soplar la corneta le provocaba dolor de oídos. Al Pops le impresionó la manera de tocar el piano del Earl: parecía como si tocara una trompeta en las cuerdas percutidas. De inmediato reemplazó a su mujer, Lil Hardin, por el Fatha, y juntos hicieron lo que siempre se ha conocido como la producción más importante de jazz de su tiempo. Weather Bird fue su dúo más famoso; era como si uno se estuviese atreviendo a escuchar la conversación privada entre dos tíos fantásticamente atrevidos.
En el ’28, el hasta entonces impoluto Hines probó algo más: el todopoderío de Al Capone y, por su intermedio, llegó a conducir su propia orquesta. Era el Señor Piano de Capone. Hines transmitía en vivo desde Chicago siete días a la semana, para influir en gente como Art Tatum o Jay McShann. Fue el Fatha quien le dio su primer trabajo como profesional al Bird, hasta que tuvo que despedirlo porque jamás se presentaba a la hora, aunque se sabe que dormía en el boliche mismo para estar siempre a tiempo. Total, que Hines revolucionó el jazz plantando la semilla del bebop, porque la era de las Big Bands había terminado.
Al Earl le tocaba el reposo del guerrero. Un buen día abrió un quiosco de tabaco y se acostumbró a la bola de boliche una noche sí y otra no. Casi, casi, dejó la música. Sólo casi. En los sesenta volvió y con venganza. La lista de gente con la que grabó como solista y como sideman es más grande que el Brasil.
El más contemporáneo sería Ry Cooder, el de Buena Vista Social Club, ¿se acuerdan?
Los rusos consideraron que el Fatha era “culturalmente peligroso”, por lo tanto, el Kremlin canceló sus presentaciones en Moscú y en el entonces Leningrado. Jamás escucharon su vozarrón ni vieron sus dientes pelarse en una sonrisa que decía «soy artista, hago música, no hay peligro».
Sin embargo, su tumba únicamente lleva dos palabras: Piano Man. Punto.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.