Danzarinas notas de pentagrama. Los dedos del pianista ejecutan una danza por encima de las teclas blancas y negras. El batería marca en la caja y en los timbales, apoyando con fuerza sus botines sobre el pedal del bombo. El hombre del contrabajo, con gafas, acaricia celoso el cuerpo de su mujer de madera. La Epiphone eléctrica, a mano alzada, y los acordes blandos gateando por el traste en un juego de contrapuntos con el piano danzante. El grupo de metales apuntalando entre distancia y distancia, introduciendo su aire en los huecos justos y colmando de destellos la melodía de turno.
Danzarinas notas de pentagrama; que brillan como nunca por los dedos del pianista, el ritmo de la caja, el contrabajo de base, el guitarrista eléctrico y los distantes metales…