Cultura

Pipas en exposición

La Tate Modern ha adquirido las pipas de girasol, realizadas en porcelana, que constituyen una de las obras más exitosas del artista chino Ai Weiwei.

Titulada Pipas de girasol 2010, fue allí expuesta como gran instalación hace ya un año. El museo londinense ha informado de la adquisición, por una cifra aún no especificada, de ocho de los cien millones de pipas que conforman dicha obra. Las piezas fueron elaboradas por artesanos chinos siguiendo las directrices del artista. Las pipas de girasol tienen muchos significados en aquel lejano país. El artista afirma haberlas compartido con otros compatriotas en los tiempos más duros, de ahí que vea en tales semillas un símbolo de la compasión humana.

Hasta aquí la información. Pasemos, pues, a la opinión.

Hechos como el aquí descrito no hacen más que dar munición a aquellos que desprecian el llamado arte contemporáneo, al que consideran una tomadura de pelo. Y es que, en verdad, los que defendemos las bondades del arte desarrollado en la última centuria nos encontramos en casos como éste sin argumentos que esgrimir, sin escudo o barricada que nos sirva de defensa.

Muchos de los artistas actuales no nos ayudan. Pero todavía menos lo hacen los galeristas y los conservadores de los museos de arte moderno y contemporáneo. Que alguien perpetre una mamarrachada es triste, pero que luego otro alguien la exponga orgulloso al público, resulta, además de una majadería, un poderoso motivo para la indignación.

Han transcurrido ya cien años desde que Duchamp realizó sus primeros ready-mades, auténtico pistoletazo de salida para lo que más adelante se llamó arte conceptual. Una de aquellas piezas, quizá la más famosa y polémica, lleva por título La fuente (1917). Se trata de un urinario masculino firmado por el artista bajo seudónimo. “Que el Sr. Mutt (seudónimo) haya hecho con sus manos el urinario o no, carece de importancia. Á‰l es quien lo ha elegido. Ha tomado un artículo común de la vida de todos los días, lo ha colocado de modo que su significado útil desapareciera y ha creado un nuevo pensamiento para ese objeto», palabras de Duchamp que dejan meridianamente clara la noción de arte conceptual. El valor de la obra pasa a estar exclusivamente en la idea, en el concepto, y no en el virtuosismo técnico del artista a la hora de realizarla. Se separa  así por completo el artista del artesano para situarse en el terreno del intelectual, del filósofo.

A partir de aquí se puede y se debe entrar a valorar si la idea que expone el artista de turno es digna de elogio o de escarnio. En este sentido, la obra de Ai Weiwei se me antoja más merecedora de lo segundo. Para empezar, una de las bazas esenciales del arte conceptual es el juego intelectual que se establece entre título y obra, como sucede en la mencionada pieza de Duchamp. Pues bien, recordemos que la obra del artista chino que nos ocupa se titula Pipas de girasol 2010, consistiendo en la instalación sobre el suelo del museo, en el otoño de 2010, de millones de piezas de porcelana que representan pipas de girasol. Deslumbrante juego intelectual el suyo. Pero es que, además, otra de esas bazas esenciales del arte conceptual es el escaso, o incluso nulo, esfuerzo manual que realiza el artista para llevar a cabo su obra. Y en el caso del genio de las pipas sucede exactamente lo contrario, pues, al parecer, se elaboraron artesanalmente para la ocasión cien millones de pipas de porcelana. Con un par. O mejor dicho, con un montón de chinos, ya que fueron ellos los que trabajaron como lo que son para llevar a cabo tan magna obra. Cosas veredes…

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Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.