Las procesiones de Semana Santa en España resultan la mayor y más auténtica conjunción de lo religioso, lo artístico y lo popular.
Son estos desfiles pasionarios excelsa manifestación religiosa en cuanto a su significado más profundo, que no es otro que el de rendir culto al Cristo, que dio su vida por redimir a la humanidad, a través de la representación de los distintos episodios que constituyeron su Pasión, Muerte y Resurrección.
Son estos desfiles pasionarios destacada manifestación artística en cuanto al indiscutible valor de las imágenes que sustentan sus tronos a lo largo y ancho de la geografía española. De hecho, algunas de estas tallas policromadas se cuentan entre las más sobresalientes obras del barroco español.
Y son estos desfiles pasionarios auténtica manifestación popular en cuanto que despiertan desde hace siglos el interés y el entusiasmo de todo tipo de gentes, con independencia de su sexo, edad, origen, clase social, nivel cultural e, incluso, religión.
La procesión murciana de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocida popularmente como la de los Salzillos, quizá sea el ejemplo más perfecto: representa con singular sentimiento la Pasión de Cristo, desde su última cena hasta las lágrimas de su Madre Dolorosa, exhibe algunas de las más bellas imágenes jamás talladas, nacidas éstas de la magistral gubia de Francisco Salzillo, y concita en el fervor a toda una ciudad que se echa literalmente a la calle, año tras año, cada mañana de Viernes Santo.