Cultura

Psicología y cultura: visión holística

Planteamiento de los problemas de la cultura en el siglo XXI en su transmisión

Hay muchas definiciones de cultura aunque, en las últimas, las más aceptadas han conseguido aislar más el constructo delimitándolo en unos puntos bien consensuados. Una aproximación al concepto podría definirse como aquellos elementos simbólicos (valores, procedimientos, estética, forma de pensar, afinidades, etc.) adquiridos, es decir, aprendidos mediante la socialización (desde la edad más temprana hasta el final de la vida en un proceso ininterrumpido) con función adaptativa -sirve para la supervivencia-. Es propia de los seres humanos, sino única en el sentido cualitativo, sí en el sentido de la complejidad de los contenidos trasmitidos y aprendidos.

La cultura hace a las sociedades humanas tal como son, es su distintivo particular y es tan amplia como la definición dada permite, más allá de la coloquial acepción del término, el cual denota los conocimientos académicos o sobre ciertos temas, por cierto, culturalmente establecidos, que encierran un valor socialmente aceptado apto como ser calificados a las persona que los conoce como «culta». Pero, no se circunscribe al saber de la historia, de las ciencias o de los clásicos del arte porque la música actual, la evolución de los contenidos de internet, los cambios en los estilos de vida por la implementación de actividades como el deporte, el uso de los medios electrónicos, videojuegos, televisión, etc. también son adscritos a la definición y, por tanto, son parte de la cultura. Así, la cultura es todo lo humano posterior a las necesidades biológicas, las cuales se cubren por medios de relaciones e interacciones entre las personas regidas por normas y valores, incluidas en la cultura.

Ante este ingente constructo, casi inabarcable, nos encontramos conflictos en este siglo con los nuevos modos de vida con los tradicionales concretados en las formas de relacionarse, en los medios técnicos, en las concepciones de deber, trabajo, felicidad y demás. El caso más evidente es la fobia a internet como el violador de la propiedad intelectual y la vía de escape de los delincuentes de estas propiedades. Se trata de un choque cultura no tolerado de la industria y los intereses de agentes afines con la nueva cultura que crean los nuevos medios técnicos de comunicación, entretenimiento, de economía y de ocio.

Para entender las interacciones y los problemas subyacentes en este entorno hay que saber un poco de ciencia sobre nosotros mismos, la psicología y la antropología. Si bien, la definición de cultura ha sido dada aunando a las dos ciencias; queda un hueco importante para determinar las relaciones entre los medios de transmisión cultura y los individuos como los motivos de estas interacciones. En primer lugar, la motivación extrínseca humana representada por la motivación de logro, la motivación de poder y la de afinidad. La primera hace referencia al crecimiento de las capacidad de la persona, la puesta a prueba de éstas y su mejora y se relaciona, lógicamente, con la autoestima de una manera muy cercana. También incluye rasgos como la ambición de la persona por ejemplo. La motivación de poder comprende la necesidad de influir en en entorno, de dejar huella. La lectura de ésta, muchas veces, ha sido vista como un punto negro en la naturaleza humana, esto es, la motivación de control, de manejo para conseguir saciar los propios intereses a través de los demás. Esta motivación maquiavélica se podría subyugar con el término «motivación de poder negativa» puesto que no es la única función ni mucho menos de esta naturaleza y su aporte no es, tampoco, de por sí malo. La necesidad de poder positiva se refiere a influencia altruista y recíproca en los demás con el fin de la mejora social y el progreso. Un ejemplo claro, es el creador de una novela. Aporta a la sociedad un medio de entretenimiento y también de aprendizaje y con este hecho, logra el escritor su satisfacción de logro y también en la de influir en los demás, pero esta influencia es, sin duda, positiva. El último de los rasgos es la necesidad de afiliación, que es la necesidad de estar en compañía. Se complementa con las demás puesto que el poder solo se puede lograr en un entorno donde se está en compañía de otras personas y la de logro, aunque parece individualista, muchos motivos concretos de logro necesitan un entorno con más personas, por ejemplo, liderar una asociación y trabajar para ello puede ser una motivación de logro, de poder y de afinidad al mismo tiempo. Psicólogos sociales y de la motivación han definidos los términos antes explicados como John Locke o Atkinson. Al mismo tiempo coexisten los motivos sociales puramente dichos: las necesidades de pertenencia -a un grupo-, de conocimiento -saber y explicarse el mundo-, de seguridad, confianza y de crecimiento potencial -mejorar las propias habilidades respecto al grupo, muy relacionado con la necesidad de logro y poder- (Susan Fiske, psicóloga social).

Todos estos motivos, lo primeros parten de la persona y los segundos de la interacción social, aunque en la práctica son casi imposibles de separar por la dependencia uno de otro convierten, cubiertas estas necesidades -de las miles de maneras posibles- a una persona, psicológicamente y socialmente, funcional. Claro esto, voy a complicar la cuestión e incluyo el concepto de libertad y libre albedrío. La libertad viene definida en el concepto práctico, es decir en un contexto determinado donde se mueve un individuo, en las posibilidad de elección sobre qué hacer y que no hacer. La libertad está condicionada y este concepto no se restringe al ámbito de la psicología, de la antropología y de otras ciencias humanas y sociales, también incluye el sentido político y económico. La libertad siempre está condicionada por el contexto social, el cual permite por su naturaleza y configuración una serie de elecciones posibles. Un clásico ejemplo es la limitación económica: algo se queda fuera del abanico de elecciones porque los recursos económicos no son suficientes. Otro es la limitación social enraizada en las relaciones sociales: el sentido del deber con otras personas constriñe y condiciona la libertad, el sentido de prestigio desaconseja ciertas elecciones por temas estéticos o de imagen, el sentido de «rol social» que, a su vez, incluye al «deber legal», el «deber social» o moral o educación referido a cuando actuamos en calidad de «trabajador de tal empresa», en calidad de «jefe de un grupo de personas», en calidad de «invitado a una fiesta» o «anfitrión de una reunión familiar». También la «responsabilidad» aparece en todos los casos. A fin de cuentas: la libertad está condicionada por el contexto en el sentido más amplio y las elecciones finales restantes y posibles son evaluadas según las necesidades de cada cual en consonancia con los roles personales.

Visión práctica en la transmisión y los medios culturales

En internet se está promoviendo por parte de los gobiernos la censura de las violaciones de la propiedad intelectual por medio de las descargas y visionado online de contenidos registrados y protegidos. Los contenidos siempre son parte de la cultura y los más habituales son la música, el cine y las series, los libros y los videojuegos.

1. La libertad condicionada en la adquisición por medios legales de contenidos culturales se restringe al ámbito económico, donde el precio de estos contenidos en prohibitivo para la gran mayoría, que tan sólo pueden soportar un consumo bajo de los mismos.

2. La difusión de la cultura es restringida y con ello se coarta la libertad y se influye en las necesidades psicológicas básicas de aprendizaje y crecimiento potencial, en la motivación de poder positiva y en la motivación de logro y afinidad indirectamente.

La libertad condicionada por los precios no creo que precise de más explicación por la evidencia y tampoco quiero extenderme en exceso con argumentos redundantes. La restricción de la difusión de la cultura y, en consecuencia, el añadido de dificultad en la consumación de las necesidades humanas psicológicas y sociales básicas sí requiere de análisis en profundidad. Empezaré por los obstáculos a la necesidad de poder positiva y de logro, dirigida a los creadores de contenidos, los artistas, científicos y difusores de contenidos. Los creadores influencian con sus contenidos creados y enriquecen en la cultura pero la consumación de su motivación (influir y mejorarse a sí mismo -logro- llegando a metas) se restringe por los problemas de difusión de sus obras, en manos de editores y otras empresas que deciden lo que es o no difundido. Si es difundido es a través de los medios convencionales restringidos por los precios y por el desconocimiento de los consumidores que ignoran los contenidos de los nuevos autores y, por el precio, escatiman en riesgos y usan su dinero dedicado a contenidos culturales en productos seguros, ya conocidos. Los incentivos para la mayoría de los creativos son negativos: el primero es la barrera de los editores que pueden echar por tierra un trabajo muy costoso, la segunda es la difícil penetración en el mercado y su difusión real ulterior a través de este a los precios no fijados por el autor y no dependientes del mismo o poco dependientes. Los medios modernos de internet y las descargas facilitaban la difusión y hacían conocer los productos para los potenciales compradores, interesados, puedan adquirir los productos. La relación, pues, es recíproca de las necesidades psicológicas de logro y poder del autor con las suyas económicas, de origen social: el autor estará motivado en continuar con su trabajo. Los consumidores por su parte se enriquecen de muchas obras de todo género, complementando el aprendizaje social, el crecimiento potencial, el conocimiento del entorno donde viven, y posteriormente, la posibilidad de compartirlo y enriquecer a los demás con la propia experiencia (necesidades de poder en los grupos a los que se pertenece influyendo de forma positiva).

Para los consumidores no creadores, que necesitan de medios culturales con que aprender de su entorno y con esos conocimientos mejorarse -logro-, también en los medios sociales por medio de la influencia a los demás del conocimiento adquirido hacen una labor, desde una perspectiva social, necesaria y elogiable y desde una perspectiva de un individuo, necesaria y saludable, predispone al progreso y a la actitud activa social. Esto puede sonar poco realista cuando consideramos cultura como los contenidos delimitados en el segundo párrafo en referencia a una percepción social de los mismos, pero si cultura es toda creación humana y valores creados y susceptibles de aprenderse, por ejemplo, el hecho de tener «tema de conversación» con unos amigos ya requiere de cultura en este sentido: se puede hablar de algo visto en la televisión: lo que sea, seguro que es un conocimiento sobre algo, por tanto, se encuadra como motivante para obtenerlo lo indicado antes. Igual pasa cuando hacemos un chiste y hacemos referencias a cosas de actualidad (conocimiento), dobles sentidos de las palabras que evocan otras situaciones y contextos (conocimiento) y, en general, todo requiere de conocimiento de origen social, por tanto, cultura.

Esta ha sido una breve exposición de la problemática que en posteriores artículos iré complementando con modelos económicos culturosostenibles y otros parámetros de las ciencias humanas y sociales.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.