El ser humano tiene la capacidad de adelantarse mentalmente al futuro o de recrear hechos del pasado mediante el recuerdo. Vivimos en el tiempo, sin embargo, somos mucho más que tiempo. La ansiedad nace como consecuencia de la anticipación negativa del mañana. En muchas ocasiones, la imaginación puede fantasear con hechos o hipótesis que en realidad nunca sucederán puesto que el futuro es impredecible e incierto. Debemos aprender a decidir sobre aquel campo de acción que entra dentro del plano de nuestra libertad pero no podemos controlar lo incontrolable. Tampoco podemos evitar el sufrimiento en nuestro recorrido vital puesto que tanto la alegría como la tristeza son emociones que definen al hombre. Sin embargo, el ser humano con su actitud puede aumentar o aliviar su propio dolor.
La clave de la felicidad es disfrutar el momento presente haciendo de cada minuto una oportunidad para realizar los deseos del corazón. El ahora es el único medio de valorar la vida cuando se observa la realidad con la admiración y la sorpresa de un niño que contempla una verdadera obra de arte en el universo creado. Para estar en contacto con nuestro “yo interior” debemos pararnos a pensar y reflexionar ya que la felicidad no sólo depende de la relación que tenemos con los demás sino también del trato que nos damos a nosotros mismos. Debemos trabajar por nuestras metas planificando objetivos razonables en el tiempo. Podemos ir más allá del plano teórico propio de los sueños para convertir los deseos en realidades. Para ello, podemos escribir una lista de objetivos por cumplir ya que la escritura es un medio excelente para exteriorizar todo aquello que forma parte del mundo interior de un ser humano.
Aprender a disfrutar la vida, saborear cada etapa vital con sus grandezas y poner en práctica el arte de vivir el ahora es el único modo de alcanzar el silencio interior que favorece la escucha de la propia identidad.