Un aire marinero entró por mi ventana esta mañana, descolorida y amarga, que ya desterró al silencio que la tenía maniatada y la llenó de pronto de azules y de juncos, de gaviotas y de nasas. Un aire de mil versos escondidos por entre las calles de nombres tan escogidos: Salmón, Chirla, Cangrejos, Bajamar, Brújula, Eslora, Estrella Polar, Puente, Laguna, Lubina, Caracola, Fragata, Galera, Gaviota, Camarón, Barca, Bogavante, Cisne, Bajel, Balandro, Góndola, Mirlo, Tortuga, Pinta, Zarapico…Un aire de la mar salada. Un aire de la mar con estrías verdes y encantadas. Un aire de poesía echada a bogar por los poetas de Huelva desde los entresijos del alma.
Este aire, que viene a removerme del estanco largo en que habitaba proponiéndome destellos de sal y alba. Este aire, que ya ni en el recuerdo más recóndito adivinaba y que me ha cubierto por entero esta mañana de olas y de dunas, de pinos y de la ría maga donde, como dice con esmero Juan Bautista Mojarro, “la pupila se desborda en hermosura”. Este aire, que a fuerza de soplos y de vuelos se me cuela sigiloso en mi puerto desolado y amarillo. Este aire, que me hace guiños por el Cerrito. Este aire, cómplice de un sinfín de madrugadas. Este aire de poesía derramada sobre la umbría por los poetas de Huelva desde los cuencos del alma.
Tu aire Punta Umbría… Punta Umbría gualda, verdosa y azulada. A cuestas con tus mareas, con tu Cinema San Fernando, tu Punta de la Canaleta, las casas de los ingleses en el ambiente flotando, calle Ancha, los rederos, el Chimbito eterno, ¡la Venta el Calé!, la Virgen del Carmen, mi muelle de las canoas…
Punta Umbría, que entraste a borbotones nacarados por mi ventana esta mañana, descolorida y amarga, y la envolviste de azules y de juncos, de gaviotas y de nasas. Punta Umbría: arrullo marinesco, amalgama de acordes en volandas, celeste que estalla en la mirada, verde que emana del enebral, dorada del oro puro que centellea en la ondulada… Punta Umbría, mágica.