El tema de la forma en la que debe actuar, ser, pensar, etc. un contemporáneo ha estado presente desde casi los orígenes de la humanidad, pero cobra fuerza a partir de la Edad Moderna. Al comenzar a dejarse atrás una sociedad basada en la superchería y las tradiciones ancestrales, surge este debate con mayor fuerza que nunca.
Antes de exponer mi visión sobre el asunto, creo que es necesario definir contemporáneo, sentando así las bases para las posteriores argumentaciones. La Real Academia Española de la Lengua define contemporáneo como “Perteneciente o relativo al tiempo o época en que se vive”. Pero no nos estamos refiriendo a cosas o personas tomadas como meros organismos, sino a lo que significa tener un espíritu, una actitud contemporánea. En este sentido, la definición de la RAE se queda sin duda escasa, y, por lo tanto, la definición adecuada deberá partir de cada individuo, de su reflexión y valoración personal. No obstante, aunque la definición dada quede escasa, sí que aporta algo que no debemos olvidar: contemporáneo es aquello que pertenece a su tiempo.
Una vez aclarado que el concepto de contemporáneo como se trata en el texto variará dependiendo del sujeto, debo decir que discrepo con el texto. En mi opinión, un espíritu contemporáneo, es decir, de su tiempo, es aquel que totalmente o en gran medida, está de acuerdo con lo que se predica en la época en la que se inscribe. Al contrario de lo que se describe en el discurso de Giorgio Agamben, un contemporáneo es aquel que no percibe las sombras de su tiempo; que si lo hace, cree que estas son minúsculas en comparación con las luces; o que, en caso de darse cuenta de lo amplio de estas sombras, hace todo lo posible por huir de ellas. Alguien contemporáneo es aquel que siente que su tiempo está hecho a su medida, o casi. Siguiendo el ejemplo de la moda que se propone en el texto, ¿se puede considerar contemporáneo a alguien que no se siente para nada identificado con las vestimentas actuales y que si pudiese vestiría con atuendos medievales?
Creo que alguien que, como se dice en el texto, tiene muy presentes las sombras de su tiempo e incluso cree que le afectan a él mismo de un modo especial, en ningún caso puede ser considerado un contemporáneo, pues su tiempo solo le provocará desdicha. Bien es cierto que Agamben afirma que el contemporáneo, a pesar de sentirse bajo la sombra de su tiempo, lo acepta y sabe que no puede escapar de él, disfrutándolo e identificándose con él hasta cierto punto. Veo que esto no es posible; no puedes sentir que tu tiempo te limita, está lleno de sombras y éstas perjudican especialmente a tu persona, y al mismo tiempo aceptar tu época, identificarte con ella y disfrutarla.
También se afirma en el texto cuando se cita a Nietzsche, que si se coincide demasiado con la época, si has nacido para vivir en ella, por así decirlo, esta no se aprecia y, por tanto no se es contemporáneo. Se defiende que para ser contemporáneo tienes que apreciar también el pasado y no estar totalmente de acuerdo con tu tiempo, para así poder valorarlo, siendo digno de esta manera de llamarte contemporáneo. Tampoco coincido con esta visión y, para rebatirla, utilizaré un ejemplo. Un hombre está muy aburrido en su casa, lleva tres días sin salir y ya no aguanta más esa soledad. Entonces, se dispone a bajar a la calle y, al hacerlo, revisa su buzón y encuentra una invitación a la fiesta de uno de sus mejores amigos, que se celebrará esa misma tarde. Esto le alegra enormemente, pues le permitirá salir de su tedio y reunirse con gente que lleva mucho sin ver. La fiesta comienza y nuestro amigo la disfruta a lo grande. Habla con viejos amigos, come, bebe, ríe y, cuando llega la hora del final de la fiesta apenas puede creerse que hayan pasado cinco horas.
Pongamos esto en relación con lo que se acaba de comentar del texto. Según se afirma, no se podría considerar a este hombre como alguien totalmente perteneciente a la fiesta, pues encaja tan bien, que pierde la perspectiva del tiempo, de cuánto está disfrutando y no es consciente durante unas horas de su propia satisfacción. Según el texto, para considerar a nuestro personaje como alguien perteneciente de todo punto a la fiesta, debería haber disfrutado un poco menos y haber dedicado un tiempo a pensar dentro de la fiesta en los aspectos negativos de esta, en que estaba más relajado en casa, etc.
Creo que no es necesaria mucha argumentación para hacer ver que lo que se defiende en el discurso cae por su propio peso. No puede haber nadie más contemporáneo que aquel que encaja de manera perfecta en el molde que la sociedad de cada época confecciona. Además, sería el mismo Nietzsche quien afirmase que “los hombres más semejantes y más corrientes estuvieron y están siempre en ventaja. Los más selectos, los más finos y más raros, más difíciles de entenderse quedan fácilmente solos, sucumben a los accidentes en su aislamiento y se multiplican raramente.” Siempre ha sucedido que lo contemporáneo se caracteriza por ser mayoritario, pues de no ser así, no se hubiese llegado a tal estado de cosas, o éste cambiaría. Por lo tanto, los que se sienten alejados de su tiempo, los inconformistas, serán los que queden aislados. Si tenemos en cuenta que, como afirma Erich Fromm en numerosas de sus obras, el aislamiento conlleva infelicidad, y la pertenencia y unión, satisfacción; parece claro que el contemporáneo será alguien que encaje prácticamente a la perfección en su tiempo. De no ser así, quedaría aislado, caería en la infelicidad y esto acarrearía un odio hacia su tiempo, que sería la causa de sus males.
Me gustaría poner un ejemplo de la infelicidad que supone no sentirte de tu tiempo, considerar tu época repulsiva y a tus contemporáneos, seres que no valen la pena. Este ejemplo lo encontramos en El lobo estepario de Herman Hesse. El protagonista vive en la cárcel de sus días, deseando vivir en los de poetas como Goethe. Su vida es una vida vacía y sin ilusión por nada; tan solo espera el día en que tenga valor suficiente para suicidarse. Se siente perdido en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, perdido en un mundo de superficialidad y desenfreno con el que no se puede identificar.
En el texto de Agamben se dice que el contemporáneo debe centrarse en las sombras de su tiempo, sentir que van dirigidas a él, pero sabiendo que no puede escapar, siendo consciente de que las luces de otros tiempos nunca le alcanzarán. Así es Harry Haller, el protagonista de El lobo estepario. Me parece que es un ejemplo muy apropiado para el caso. Se dice que el contemporáneo debe poder ser como Harry Haller y conectar el presente con el pasado, pero ¿cómo podría alguien que se siente como Harry hacer algo así? ¿Cómo se supone que alguien que ve principalmente sombras en el presente y luces en el pasado va a tener voluntad de mancillar el pasado conectándolo con el presente? ¿Cómo, aunque quisiera, va a ser capaz de conformarse y amar aunque solo sea un poco su tiempo si considera que las sombras de éste le afectan más que a ningún otro?
Ahora que hemos puesto de manifiesto que un contemporáneo no debe ser como se defiende en el texto, diremos con más detalle cómo debe ser un contemporáneo. Un contemporáneo es aquel sujeto hecho a medida de su tiempo. Esto se verá mejor con un ejemplo actual. Vivimos en una sociedad occidental capitalista donde las nuevas tecnologías tienen un rol vital y aún así creciente, entre otros rasgos. ¿Cómo es un contemporáneo? Un contemporáneo sería alguien que centra su vida en la adquisición de mercancías, en la ostentación, que necesita de las redes sociales para vivir, que es despreocupado políticamente, o al menos no quiere ningún cambio transcendental, que prefiere entretenimientos banales como la visualización de eventos deportivos a actividades que conllevan un mayor esfuerzo como la lectura de obras filosóficas, que trabaja porque es una obligación social y no únicamente como medio para la subsistencia, que domina con soltura las tecnologías de la información y comunicación, etc. Todos estos son rasgos que debe tener el sujeto perfecto del capitalismo occidental; de seguir punto por punto estos requisitos todos los integrantes del mundo occidental, el sistema tendría un funcionamiento sencillo, sin oposición, con menores complicaciones, etc.
Un contemporáneo es aquel que permite que las circunstancias de su momento histórico se prolonguen en el tiempo. Si todos buscásemos la felicidad en la compañía de las personas en lugar de en la posesión de objetos, si nos mostrásemos radicalmente en contra de una democracia que no sea perfectamente representativa, si rechazásemos las marcas y prefiriésemos los productos originales,… la sociedad actual no podría perdurar, rápidamente desaparecería y se transformaría en algo radicalmente distinto. Esto hoy en día parece imposible. ¿Por qué? Porque el ciudadano contemporáneo no comparte ninguna de estas características y éstas, tan solo se dan en sujetos escasos, y en rarísimas ocasiones se funden todas en una misma persona.
Sí, los tiempos, la sociedad vigente, alienan, como toda sociedad ha alienado a lo largo de la historia a los sujetos que han nacido en ella, transformando seres que sin ningún condicionamiento serían salvajes y radicalmente independientes, dueños absolutos de sus cuerpos y sus mentes, en sujetos contemporáneos, moldeados a las exigencias de su momento.
No se trata de realizar una crítica al sistema actual o al modo en que la sociedad condiciona al individuo, sino tan solo de reflejar que el contemporáneo debe estar de acuerdo a sus tiempos, que, como se ha dicho, éste debe permitir que las circunstancias de su momento histórico se prolonguen en el tiempo. De no ser así, será un innovador, un reaccionario o cualquier otro tipo de sujeto disconforme, parcial o totalmente con su tiempo, pero, en ningún caso, un contemporáneo.