Sociopolítica

Rajoy encuentra en Jesucristo la solución a la crisis

No tenemos noticia de que su iluminación venga de una revelación divina, como le pasó a Pablo de Tarso, el fundador de la Iglesia cristiana. Lo que sí sabemos es que Rajoy ha encontrado la política económica que necesitaba para salir de la situación en la que nos encontramos en la doctrina cristiana, en los Evangelios y en la Biblia.

Tal vez debiéramos darle las gracias, a él y a su tropa clerical-presuntofranquista, cualidad de la que no sólo no se arrepienten sino que vienen ratificando cada vez que abren la boca y no la boca pequeña sino la grande, por imponer la religión en el sistema educativo porque, gracias al adoctrinamiento a que serán sometidos los imberbes y los barbudos, éstos jamás tendrán que preocuparse por pensar, sentir o disfrutar, ya que tienen garantizada una educación asexuada, y como serán liberados de la conciencia y del sexo no tendrán que preocuparse ni del paro, condición en la que pasarán toda su vida, ni de la jubilación condición que nunca alcanzarán. Porque vivirán toda su vida como jubilados barbilampiños.

Y todo este éxito político y económico hay que agradecérselo a la doctrina y adoctrinamiento católico. El musulmán ya llegará, no tengan prisa. Porque gracias al adoctrinamiento cristiano nuestros barbilampiños retoños aprenderán, también, que, además de no tener sexo ni conciencia de sí mismos ni de lo que les rodea pues carecerán de pensamiento crítico, sabrán que este mundo cruel no es otra cosa que un destierro divino y pasajero porque desde aquí seremos transportados al más allá. Que es donde se encuentra la felicidad. Donde nunca habrá paro ni necesidad de jubilarse. Claro que, el más allá, traducido a un idioma comprensible, no es otra cosa que, adivínenlo: la muerte. Sí, según la doctrina cristiana y gracias a ella, la muerte nos eleva a la condición de liberados de las miserias de este maldito mundo. ¡Qué asco!

Este descubrimiento es fantástico. Por eso decía que tal vez sea una revelación divina. Bueno, afirmo que lo es y por eso les voy a poner algunos documentos papales en los que así de contundentes se muestran. De manera que nuestros barbilampiños y velludos niños podrán vivir toda la vida parados, en la dulce miseria, en la enfermedad gozosa y en la ausencia de placeres, que pervierten la inocente alma, con la esperanza de que cuando llegue la muerte serán liberados. ¿De qué?

No me extraña que Rajoy y los dirigentes del Partido Popular parezcan ser tan rotundamente franquistas como católicos. Razón no les falta y aquí pongo la prueba documental de lo que dicen los papas: Como afirmaba León XIII en la Rerum Novarum:

En verdad que no podemos comprender y estimar las cosas temporales, si el alma no se fija plenamente en la otra vida, que es inmortal; quitada la cual, desaparecería inmediatamente toda idea de bien moral, y aun toda la creación se convertiría en un misterio inexplicable para el hombre. Así, pues, lo que conocemos aun por la misma naturaleza es en el cristianismo un dogma, sobre el cual, como sobre su fundamento principal, reposa todo el edificio de la religión, es a saber: que la verdadera vida del hombre comienza con la salida de este mundo. Porque Dios no nos ha creado para estos bienes frágiles y caducos, sino para los eternos y celestiales; y la tierra nos la dio como lugar de destierro, no como patria definitiva. Carecer de riquezas y de todos los bienes, o abundar en ellos, nada importa para la eterna felicidad; lo que importa es el uso que de ellos se haga. Jesucristo – mediante su copiosa redención- no suprimió en modo alguno las diversas tribulaciones de que esta vida se halla entretejida, sino que las convirtió en excitaciones para la virtud y en materia de mérito, y ello de tal suerte que ningún mortal puede alcanzar los premios eternos, si no camina por las huellas sangrientas del mismo Jesucristo: Si constantemente sufrimos, también reinaremos con El

Y ratifica Pío XI, en la encíclica “Quadragesimo anno”:

14. Antes de ponernos a explanar estas cosas, establezcamos como principio, ya antes espléndidamente probado por León XIII, el derecho y deber que Nos incumbe de juzgar con autoridad suprema estas cuestiones sociales y económicas. Es cierto que a la Iglesia no se le encomendó el oficio de encaminar a los hombres hacia una felicidad solamente caduca y temporal, sino a la eterna.

(…) Como primer principio, pues, debe establecerse que hay que respetar la condición propia de la humanidad, es decir, que es imposible el quitar, en la sociedad civil, toda desigualdad. Lo andan intentando, es verdad…; pero toda tentativa contra la misma naturaleza de las cosas resultará inútil. En la naturaleza de los hombres existe la mayor variedad: no todos poseen el mismo ingenio, ni la misma actividad, salud o fuerza: y de diferencias tan inevitables síguense necesariamente las diferencias de las condiciones sociales, sobre todo en la fortuna. – Y ello es en beneficio así de los particulares como de la misma sociedad;

 (…). Y, por lo tanto, el sufrir y el padecer es herencia humana; pues de ningún modo podrán los hombres lograr, cualesquiera que sean sus experiencias e intentos, el que desaparezcan del mundo tales sufrimientos. Quienes dicen que lo pueden hacer, quienes a las clases pobres prometen una vida libre de todo sufrimiento y molestias, y llena de descanso y perpetuas alegrías, engañan miserablemente al pueblo arrastrándolo a males mayores aún que los presentes. Lo mejor es enfrentarse con las cosas humanas tal como son; y al mismo tiempo buscar en otra parte, según dijimos, el remedio de los males.”

A sí que sólo nos queda esperar, con ilusión, la muerte como solución. Gracias, Señor.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.