El domingo dÃa, 14, para celebrar el DÃa de los Enamorados, y como castigo preventivo según interpretan algunos, por temor a ser citada por el juez en el caso Púnica, la hasta ahora presidenta del PP de Madrid presentó su dimisión a través de los medios, tras haber informado previamente al presidente en funciones Mariano Rajoy, quien le contestó por mensaje «Te entiendo».
Tratándose de una novedad, tal dimisión nunca podrÃa haber sido considerada como algo insólito, tras haberse descubierto presuntas irregularidades sobre la financiación del Partido Popular de Madrid. Si bien es cierto que tal dimisión le supone otro golpe más a la cadena de incómodos sucesos que están deteriorando a la formación conservadora.
Nadie ignora que Rajoy, para calmar su venganza por las dos derrotas que le fueron infligidas por parte del PSOE, y para mayor escarnio gobernando el nefasto Zapatero, necesitaba y contaba con una segunda legislatura, que auguraba obtener sin grandes dificultades tras la aplastante mayorÃa absoluta conseguida en el 2011. Pero la caprichosa aritmética, unida a su desafortunada gestión y a la imparable corrupción, terminaron con su sueño y el de unos cuantos millones de votantes del PP que nunca imaginaron tan desastroso final como el que se está fraguando contra el presidente en funciones.
La repetición hasta la saciedad de los éxitos conseguidos por don Mariano: evitación del rescate, mejora de la economÃa, creación de empleo (relativamente), etc. nunca resultaron suficientes para mitigar los destrozos cosechados por la corrupción conservadora. Parafraseando el principio del quÃmico francés Lavoisier “En España la corrupción se crea, no se destruye y además se multiplicaâ€.
Ahora, Rajoy, a pesar de haber ganado las pasadas elecciones del 20-D, es el candidato con menos posibilidades para repetir legislatura, algo conseguido hasta por el lunático y experto ‘contador de nubes’ RodrÃguez Zapatero, y con la merecida crÃtica de muchos miembros de su partido, como lo han demostrado los pésimos resultados cosechados en los últimos comicios.
La manifiesta carencia de liderazgo por parte del aún presidente, lamentablemente, aparece justo en los momentos que resulta más necesaria.
Nadie o muy pocos saben lo que piensa y pretende Rajoy, salvo el permanecer en La Moncloa, limitándose a ver pasar los dÃas y aburriendo a los ciudadanos con los mismos mantras que ha venido repitiendo durante los últimos cuatro años.
Cualquier cosa menos tomar decisiones tendentes a solucionar los problemas más urgentes, caracterÃsticas que en efecto le diferencian de los verdaderos lÃderes. Existen múltiples ejemplos, pero es suficiente con el desafortunado tratamiento con que que ha gestionado el independentismo catalán.
En cuanto al ya mencionado gran problema de la corrupción, que corroe e invade al partido con reiteración inaudita y casos de todo tipo, ya no pueden ser ocultados como años atrás. El barco se hunde y las ratas se denuncian unas a otras aprovechando que los chivatazos con documentación adjunta, actualmente son muy bien remunerados. Los medios de comunicación actuales realizan un periodismo de investigación con una contundencia y profesionalidad extraordinaria y la redes sociales tampoco perdonan. Tema que por cierto todavÃa no han aprendido a manejar los populares.
Curiosamente, en relación a la citada lacra, cuantas más medidas se han arbitrado para erradicarla, más casos aparecen. Disponer de un dinero extra para lujos y caprichos, se ha convertido en consustancial e indispensable para cierto colectivo de la clase polÃtica o muy bien relacionada con ella. Los tinglados de corrupción se están especializando por dÃas y los chorizos que las manejan utilizan estrategias muy complejas y cubriéndose unos a otros.
Todo este miserable crimen de aprovechamientos y apropiaciones ha llegado a generar tal grado de repugnancia entre la ciudadanÃa que el voto, ineludiblemente, tenÃa que acusarlo como asà ha sucedido. Y la señora Cospedal GarcÃa, que obviamente como muchos otros altos cargos del Gobierno y partido sufren incomprensiblemente de ignorancia permanente, se conforma una vez más llamando al extesorero del PP, Bárcenas, mentiroso y sinverguenza… Gracioso ¿verdad?
Existe una corriente cada vez más en boga consistente en votar al menos malo, o menos canalla, o menos chorizo y tapándose la nariz, lo que no sucedÃa años atrás en que los votantes concurrÃan a sus respectivos colegios muy satisfechos de apoyar a sus partidos, convencidos de estar cumpliendo un deber ciudadano… ¡Menudo panorama! Y nuestra querÃa prima (la de riesgo) nuevamente llamando a la puerta…