El diamante azul que es la mirada de Ramona atravesaba mis tardes, como flecha envenenada, y ya me quedaba atado a la Telefunken de caja. Y se me olvidaban por completo los juegos: las carreras de bicicletas, las bolas, las estampas, los tenderetes de tebeos sobre la acera con aquellas rifas de papeletas amañadas; los juegos en mi plazoleta del alma.
Pero los Blue Diamonds se asomaban cada tarde a mi Telefunken de caja y alimentaban, un poco más, esa afición a cantar que se me iba metiendo por las venas y que con el tiempo llegaría a cristalizar en un diamante azul y “soul”.