Raylan
Traducción de Catalina Martínez Muñoz
Alianza Editorial
Raylan Givens es el nombre de un agente judicial de pocas palabras, mucho temple y no menos experiencia en el mundo del hampa, donde la corrupción, el crimen y lo más inverosímil, pueden ir cogidos del brazo para repartir beneficios con las operaciones más tenebrosas y la ayuda de los más compuestos políticos. Lo propio de la gran comedia que genera la condición humana en toda sociedad. Y dentro de este mundo el representante de la ley Raylan interpreta al abrumador protagonista de esta sexta novela de Elmore publicada en España, fruto de la correcta traducción de Catalina Martínez Muñoz, que como las anteriores, ha logrado trasladar con acierto y emotividad, la sucesión de secuencias envueltas en rítmicos y continuos diálogos entre los personajes. Consiguiendo amenidad y captación del ambiente en que se desenvuelve todo el meollo central de las narraciones del provocador y sutil narrador.
A Elmore Leonard le cuadra perfectamente la definición que Tim’Brien le dedicó a Raymond Carver: “Utiliza el inglés como una cuchilla: talla piezas de prosa austeras y exentas de adornos, y para ello despoja a ésta de todo salvo del meollo mismo de la emoción humana” Es todo un maestro de la novela negra norteamericana, nacido en Nueva Orleans en 1925. Que suma un historial fantástico sin trucos publicitarios con medio centenar de novelas muchas de ellas han sido llevadas al cine de la mano de directores como Tarantino y los hermanos Coen.
Para los posibles nuevos lectores que tengan la fortuna de acercarse a tan envolvente escritor de novela con intriga y buena temperatura, señalo con breves líneas los cinco títulos anteriormente publicados a esta reciente aparición: El día de Hitler, Mister Paradise, Perros callejeros, Persecución mortal y Un tipo implacable. En todas manifiesta una línea de persecuciones contra lo más cuajado del gangsterismo en toda su crudeza y malabarismo. Pero también sagacidad calculando los riesgos de la aventura ante las tramas sin fisuras que, aunque los enfrentamientos entre las bandas estén a la orden del día, dado el peligro frontal común firman la paz con entendimiento. Las situaciones son, mordaces entre unos personajes de matices y actitudes sorprendentes, como puede ser la de un carnicero de ascendencia alemana ferviente admirador de Hitler. Pero mucho más las embriagadoras luchas implacable de las historias de aquella época dorada y sangrienta de las luchas callejeras de los treinta con personajes reales como Bonnie and Clyde, Prety Boy Floy, Nachine Gun Kelly, Delinguer, Face Nelson y otros, míticos que ocuparon las primeras páginas de la prensa e hicieron correr ríos de imaginación. Mundo complejo, alucinante, cínico y depravado, donde surgen tipos agresivos dispuestos a burlarse de la justicia por encima de toda legalidad incluso cruzando frontera de lo inaudito.
Y el más desconcertante protagonista es el zanquilargo Raylan con su sombrero vaquero y la facilidad para desenfundar, como un Clint Eastwod en sus mejores tiempos de agente implacable, que además a modo de complemento, mantiene una predisposición especial hacia las mujeres. Y en esta tensa historia tampoco está ausente de humor de agudo estilete, que tanto hace reír como sangrar. Y una de estas damas la encarna Layla, que puede cortar la respiración al más aguerrid lector, por ser guapa, avariciosa más talento para seducir. Y ella lo sabe. Además, también es enfermera de dudosa ética profesional, aunque habilidad lo sobra para extirpar en unos minutos, en una bañera, unos riñones destinados a un transplante con el que ganar buena pasta en poco tiempo.
Arrimemos otra ascua a la sardina de tan tentadores encantos femeninos con Carol Contan, abogada al servicio de una compañía minera que, como todas las rentables compañías del gremio, cuando escuchan las palabra “medio ambiente” escupen y si es necesario ordenan liquidar al ecologista de turno que protesta, y a continuación pasar la página con informe policial adobado por guarnición monetaria, pues qué importa con lo grande que es el mundo, convertir en un estercolero una montaña Así que a medida que se va pasando página el lector se puede sentir más atraído por esta féminas, hasta dolerle que sean unas criaturas sin escrúpulo, cínicas y de gatillo ligero.
Un diario vivir cara latente y sangrienta de la poderosa Norteamérica donde todo es posible desde plantaciones de marihuana, hasta traficantes de órganos, mineros afectados por la contaminación y sueldos miserables, corredores de apuestas y criadores de caballos con toda una corte de palmeros para reírles las gracias a todo rico nuevo. Lo que si anda escaso es lo humano. Debido a ello, puede servir de espejo donde ver reflejado nuestro propio país dispuesto a copiar todo lo malo, pues también aquí se vienen cociendo este tipo de guisos que no son habas. Hasta el punto que vivimos en vísperas de que se instale en nuestra geografía unas Vegas de secano con el achaque de reducir el paro, Y es que en función de las reformas que padecemos, la virgen de Fátima en cuanto a milagros, se queda en pañales. En fin, puede tacharse de tópico, pero es una buena lectura de verano aunque no para parados y con una hipoteca balanceándose sobre su cabeza…