En este instante insignificante para la eternidad del Universo, en este cruce de posibilidades, el azar que fecunda, él y no otro, siendo futuro y pasado, imaginado y olvidado, navegando y discurriendo, tanto de forma continua como discreta, explicado y sin explicar, con nombre al que responder y espejo sobre el cuál mirarse; la vida, cuando toma individualidad, cuando sobrevive y subsiste, padece y se-cura-de, como caído al Mundo en esta existencia, previa o posterior al ser, cuando en el constante caminar en círculos, donde el fin es el principio y el principio es el fin, donde, como en una desesperación inquebrantable, el pensamiento de apellidos se ve preso en el devenir de algo que se posiciona encima a la vez que dentro, haciendo del individuo una persona, haciendo de la persona una puerta por la que transita información, de dentro hacia fuera y viceversa, este yo que le es inherente a aquél que toma conciencia de él, o lo inventa, nunca mejor dicho, formula. Preguntas, por qués.
¿Podría situarse una pregunta fuera de todo aquello que en sí otorga a la persona la misma capacidad de formular éstas, o las otras?
En este instante insignificante, significativo, aquél donde perdura la eterna pregunta y la eterna respuesta que devuelve a la primera la cualidad de buscarse a sí misma en lo que no nombra la segunda, en un continuo helicoidal que fusiona cabos a la vez que los separa, haciéndolos escapar hacia el infinito, finito por la cualidad que le otorga su misma, pues no puede ser pensada ni no-pensada más allá del sujeto pensante, el individuo, la persona, el yo; si alguna vez, sea en este momento fugaz y condenado a la nada, el conjunto de individuos, la Humanidad, en cualquier instante de tiempo posterior, o si acaso una Civilización ajena a nuestra enajenación, con otra visión de lo que es visible o con otra concepción de lo que es susceptible de ser concepto; si alguna vez, por existir la vez, o por dar la vez la facultad de existir, de modo continuo o discreto, se hallara la pregunta final o la respuesta final, si se dibujase finalmente todo punto y todo no-punto de nuestro Universo, de principio a fin o, si incluso trascendiera de nuestro Universo a otro paralelo, a uno perpendicular a ambos, a un cuarto tangente a estos tres, a un infinito conjunto de universos que desfigure la figura y que aseste un golpe mortal sobre la finitud de lo infinito, si más allá de nuestras fronteras existieran por el don de la existencia infinitos universos más con infinitas formas de pensamiento, concepción, leyes y no-leyes, supuestos individuos o supuestos yoes; si pudiese colocarse una pregunta más allá de todo lo imaginable e inimaginable, si pudiese trascenderse todo lo que se trasciende y no trasciende, si cierto instante trajese consigo esa infinita respuesta final, la que zanjase toda pregunta, dentro o ‘fuera’; si realmente se llega a conocer, si no el individuo, otro objeto-u-objetado, cuál es el mecanismo físico o metafísico que ha dispuesto todo aquello disponible, si se llegase a la misma energía, a la partícula indivisible, al principio de los principios o al final de los finales, al todo y/o la nada, a la completa y cerrada explicación de todo lo que es, fue y será, aunque esto caiga fuera de los dominios del individuo pensante y le corresponda a una forma que sólo puede ser elucidada por nuestra imaginación, a este individuo, este elemento fugaz al que le corresponde una tarea mecánica dentro de toda la mecánica universal, sensorial y abstracta, le seguiría quedando la eterna pregunta que jamás, por nunca y hasta el infinito verdaderamente infinito, aunque inconcebible, le será respondida a nada ni nadie, ni a alguien, el ocaso de toda convergencia…
¿Por qué un por qué?
Áœbelkeit: http://dxm83.wordpress.com/2010/09/03/ubelkeit/