En el gran prisma temático y emocional que ofrece el séptimo arte, existen realizadores que insisten en explorar constantemente personalidades con los mismos sentimientos, situaciones e incluso lugares. Puede variar el género que aborden o algún que otro detalle del contexto dramático planteado, pero son –hasta donde se nos permite ver- incapaces de salir de su zona de confort. Sin embargo no es perjudicial, al contrario, es de agradecer que aún se formen universos personales dentro del actual panorama fÃlmico, algo monótono y demasiado comercial.
Por eso me entusiasma bastante contarles, como ejemplo, sobre la más reciente obra del siempre mordaz y agudo Noah Baumbach, Frances Ha. Una cinta independiente que en verdad puede  llamarse asà –sobre todo ahora cuando la autonomÃa en el cine es cuestionable- al apartarse de las ganancias para un implacable productor, y con sobriedad regresa a la necesidad de compartir una visión artÃstica sincera, u honesta si es posible.
Personajes en la deriva personal, que se mienten y a los demás para evadir sus propias miserias o carencias bajo una fachada de falso orgullo, son esenciales en pelÃculas de Baumbach como Margot en la boda o The Squid and the whale y esta no es la excepción. Su protagonista es Frances, una chica contenta en una vida de relativa estabilidad, que en principio deseaba ser bailarina y contaba con el apoyo de su mejor amiga, aunque por ciertas circunstancias termina perdiendo todo eso. Entonces sola, desorientada y distanciada de la gente que le importa, enfrenta con ironÃa los percances de un entorno urbano entre bohemio y cosmopolita, mientras busca definir su identidad.
La anterior premisa en otros relatos podrÃa sonar densa o compleja, pero en manos de su director la experiencia es dinámica e inteligente gracias a una narración llevadera, más no simple. Pues brevemente establece personajes en un envidiable manejo de las interacciones genuinas –el componente actoral es chispeante- y los desarrolla correctamente mediante ingeniosos diálogos de contrapunteos hilarantes. Tenemos aquà una digna exponente nostálgica del Mumblecore, donde a pesar de su apariencia sencilla, el drama y la comedia se entremezclan de tal forma que el humor negro en algunas escenas resulta ameno.
Recupera además esa economÃa de la imagen y de recursos en los 90, con ciertas reminiscencias –de acuerdo a mi cinefilia- a los trabajos de Whit Stillman o atreviéndome a ir más allá, han quedado en mà tomas sacadas de la Nouvelle Vague.
Jamás ofrece respuestas, solo muestra fielmente –como debe ser- las perpetuas discrepancias externas e internas durante nuestra existencial. Entonces, momentos cercanos e incertidumbres vitales fueron captados en un correcto lenguaje minimalista, que si bien no llegara a ser memorable en su conjunto, al menos nos involucra.
Claro, las otras cintas de Baumbach son también graciosos retratos agridulces, pero poseen conflictos de crudeza psicológica y cuyas resoluciones no son complacientes. Este homenaje “indie†en su lugar, es una ejecución más ligera con un desenlace hasta cierto punto “esperanzador†y aun asà conserva cierta ambigüedad deliciosa que atrapa, sin ser la más  sobresaliente de su filmografÃa.