Se rueda a golpes de corazones que se funden en una entrega desinteresada, en una entrega de hermanos que no conocen de fronteras, en una entrega cuyo espíritu cada año se renueva en forma de comunión extrema entre la imagen y la palabra, en una entrega de múltiples colores con los sentimientos fluyendo como oleajes espumosos e incesantes. Todo ello, y al fondo la banda sonora fascinante de la solidaridad.
Se rueda a golpes de caricias de terciopelo que intuyen mil fábulas para el amor que estalla y se desgrana removiendo almas por entero, para las esperanzas y los desesperos, para los caminitos en crepúsculo y los pontones salitrosos y habaneros, ¡para cuántos misterios! En una entrega delicada cuyos desvelos se entrelazan con los estribillos de la fraternidad como única bandera. Todo ello, y al fondo la banda sonora de un terruño gigante hostigado por quienes están ciegos.
Se rueda y se rueda. Pues que Huelva, engalanada de dunas, de gaviotas, de marismas, de barquitos pesqueros, de los azules y blancos más esbeltos, ha tendido su puente de plata, ya treintañero, hacia los pueblos iberoamericanos, sobre las cristalinas aguas de un océano inmaculado y sereno.
(Del 13 al 20 de noviembre se celebra en Huelva (España) la 36ª edición del Festival de Cine Iberoamericano)
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