Tener o no tener. Posición privilegiada o en desventaja, dependiendo a lo que se aluda. En el caso de bienes materiales aparecen clasificaciones ya elaboradas por aquellos hombres interesados en la lucha de clases, por ejemplo. Esta lectura, al contrario, se centrará en las distancias en el aspecto de la formación.
La joven enfermera, interpretada por Mía Maestro, aún con vicios compartido por su un novio, es una mujer culta frente a aquellos delincuentes. Es obvio que sus historias de vida son distintas. La de ella está marcada por la necesidad de apropiarse de saberes de su profesión y de aprender en ese contacto con los pacientes de un hospital. Una experiencia que más allá de aferrarse a una profesionalización se centra en el contacto con los más necesitados. Pareciera hasta cuasi-religiosa esta visión, pero el cineasta no la santifica totalmente. Es allí donde está lo plausible del diseño de este personaje. El calificativo de “culta” no la despoja de su necesidad del otro. Lamentablemente, Budú, siendo “el otro”, no deja de recordarle que esa ventaja es una culpa que debe arrastrar por ser rica. Aquí se asoma la primera visión distorsionada: lo culto no es equivalente a riqueza material. Es parte de los resentimientos con los que diariamente tropezamos: “a ti no te hace falta trabajar tienes dinero…”, “tú hablas lindo, eso es de ricos…” “¿para que estudias tanto?”. Estas expresiones reafirman la visión distorsionada. Ahora bien, ¿a que nos referimos cuando hablamos de culto (a)? Tomando en cuenta la definición de los diccionarios respecto al término, se hace referencia al cultivo que bien pudiera asociarse a terrenos a los cuales es posible fecundar, desarrollarse y acumular. Precisamente el tercer verbo le da el rasgo definitorio, pues para Gadamer es la acumulación del patrimonio cultural y una apropiación de contenidos propios de la tradición. Y, si revisamos a Mellich encontraremos que somos biológicamente seres culturales. No nacemos fuera de la cultura y quizá hasta estamos empujados a ella. Entonces ¿se pudiera pensar en malandros cultos?
Recordando algunas películas venezolanas encontramos que a excepción de “Canción mansa para un pueblo bravo” donde el malandro robaba libros y sabía dar cuenta del contenido de estos, no hay otros ejemplos. Un malandro es un hombre, y por extensión es un ser también biológicamente cultural. En esa biología no comparte los mismos códigos al entrar a un mundo divorciado de estos.
Aquello que Budú le insistía a la joven enfermera no es más que una conciencia de distancias de cultivos. Á‰l acumula una experiencia en el uso de armas, negocios fraudulentos y mecanismos de coerción (único ecosistema con el cual vivir).
La distancia entre Budú y la joven enfermera dejan al espectador ante un abismo ¿Qué sucedería si…? Abismo que no se resuelve tan fácil y que son objetos de revisión y cuestionamiento a una escuela que ya no cumple una función más que certificar saberes.
Secuestro Express en el año 2005 logró 935.438 espectadores, constituyéndose así en la tercera película más taquillera del cine nacional.