Crucé océanos para buscarte, pero tú ya no me esperabas, te habías marchado, nadie sabe donde, yo sí, te marchaste al lugar donde se fabrica el material del que están hechos los sueños.
Como un halcón maltés de carne y hueso levantaste el vuelo sin mirar atrás, el futuro se planteaba más interesante que el pasado y sabes desde hace demasiado tiempo que sólo los simples viven el presente.
Ese mismo presente que te presagiaba una vida anodina, oxímoron de tu complejidad, de tus ansias de vivir, de tu anhelo de libertad, y por ello lo rechazaste, como quién rechaza la mano de un amigo.
Los amigos te fallaron, te prometieron la eternidad pero no te concedieron más que las migajas, y tú no te conformabas con tan poco, querías más, merecías más, lo sabías, lo sabes, y partiste en su busca.
Una búsqueda de nítido comienzo pero difuso final, un camino que comienza pero que puede no terminar, y allí, en el final no definido, en tu destino no encontrado, me esperarás silbando.