Durante el mes de agosto se ha rodado un corto muy especial en nuestro país. Se reúnen en él las más variadas circunstancias para convertirlo en algo excepcional cuyo resultado esperamos con grandes expectativas… a pesar de su pequeño formato.
En primer lugar se basa en el cuento (que da su nombre al corto) de Áscar Sipán, celebrado y laureado autor que paga tributo, según parece, a Edgar Allan Poe, y en general a la literatura de misterio del siglo XIX con este relato de un sepulturero que desentierra a una mujer que había sido dada erróneamente por muerta.
En este rodaje no sólo confluye un magnífico cuento que le da los cimientos (las imágenes y metáforas son de una audacia bellísima, está escrito con exquisitez y fina inteligencia); sino también un emplazamiento de lujo como es el cementerio de Comillas, en Cantabria, cuyos rasgos modernistas firmados por DomÁ¨nech i Montaner y la escultura de Josep Llimona i Bruguera, le dan el aire perfecto donde rodar esta historia que arranca sobre un argumento aparentemente ya trabajado por otros para dar algunas vueltas de tuerca. Además hay un intento por “españolizar” el gusto estético y el curioso humor nostálgico de Tim Burton en lo visual, para lo que han trabajado tanto el propio Áscar Sipán como Javier Calvo, premiado autor por otros cortos, la también laureada actriz Marta Larralde, el actor Toni Álamo, o los responsables del victoriano vestuario…
La sensibilidad de esta sucesión de imágenes con aparentemente corto texto, debe ser extraordinaria, y así lo apuntan todas las becas y apoyos recibidos para el rodaje. El rescate de ese saber hacer decimonónico, un acierto indudable. La ubicación, de la que hablábamos más arriba, es tan mágica que ha seducido ya a otros directores, incluyendo a Mario Camus, Alejandro Amenábar o Vicente Aranda. Con respecto a este trabajo de lo visual parece haber cobrado singular importancia el trabajo de fotografía llevado a cabo por Laura Sánchez-Vizcaín, quien ha buscado estremecer, así como encontrar unas “tonalidades de color” que narren la historia “tanto como el diálogo”. De destacar es también el trabajo del director artístico, que ha tenido que ajustarse a una estética y sensibilidad bien concretas.
Esperamos con impaciencia el estreno de este trabajo que parece tan elaborado y prometedor, y que podrá hacer las delicias, a tenor de lo que nos adelantan, de los amantes de la literatura decimonónica, los degustadores de lo gótico, los seguidores de Tim Burton y los buscadores de experiencias nuevas a partir de historias aparentemente antiguas.