Hace un tiempo atras, leí en un artículo de un periódico que, cuando estás enamorado, tu cerebro produce los mismos efectos que cuando un drogadicto está en su apogeo con la droga de su preferencia. Entonces me puse a pensar y a analizar que sí existen adictos al estar enamorados, a lo que sienten cuando están enamorados.
Todo eso me hizo pensar que los seres humanos buscamos el amor como una especie de droga y que andamos en busca del mejor distribuidor, y con esto me refiero a la persona de la cual te enamoras o buscas enamorarte. Entonces, sin quererlo, nos convertimos en consumidores y distribuidores de esa «droga».
Nosotros mismos compramos y vendemos esa «droga» llamada amor. Somos los que distribuimos esos sentimientos en el cerebro y corazón de la persona que escogemos para nosotros, y los que compramos las mismas atenciones para con nosotros porque sabemos que toda esa atención, mimos, caricias, besos, sexo y tiempo compartido es muy rico.
Ahora, el problema viene cuando te dejan de dar tu «dosis» de amor por la separación, los problemas maritales o lo que sea, y es ahí cuando se da en el cerebro lo mismo que le pasa a aquellos drogadictos cuando están en rehabilitación: los periodos de abstinencia. El cuerpo sufre de la misma manera con ataques psicóticos, alucinaciones (cuántas veces crees ver a tu ex con otra persona en un parque y te acercas y no es tu ex), dolores musculares, depresiones… en fin.
Es por eso que en muchas ocaciones seguimos buscando la forma de obtener eso mismo que nos arrebataron o nos arrebatamos por alguna indiscreción. Por esta razón algunas personas han llegado a matar, acosar, robar, etc.
Somos distribuidores y consumidores de esa «droga»,y lo seguiremos siendo, porque a pesar de que muchas veces nos caigamos y nos levantemos, seguiremos buscando el mejor distribuidor que haya y buscaremos al mejor comprador para venderles nuestra mercancia… porque así es el ser humano.