“La juventud no es un tiempo de la vida, sino un estado del espíritu.” Mateo Alemán.
Partimos de que “la vejez” no existe; existen personas viejas o envejecidas. Además de personas mayores, de edad.
Algunos de nosotros envejecemos, de hecho, porque no maduramos. Envejecemos cuando nos cerramos a las nuevas ideas y nos volvemos radicales. Envejecemos cuando lo nuevo nos asusta. Envejecemos también cuando pensamos demasiado en nosotros mismos y nos olvidamos de los demás. Envejecemos si dejamos de luchar.
Todos estamos matriculados en la escuela de la vida, donde el Maestro es el Tiempo. La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás. Pero sólo puede ser vivida mirando hacia adelante. Y cada uno de nosotros es responsable de lo que hace con su vida.
Los seres humanos son como los vinos: la edad estropea los malos, pero mejora los buenos.
Envejecer no es preocupante: ser visto como un viejo si que lo es. Envejecer con sabiduría no es envejecer. En los ojos del joven arde la llama, en los del viejo brilla la luz.
Siendo así, no existe edad, somos nosotros los que la creamos. Si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte. Personalmente, ¡yo no tengo edad: tengo vida!
No dejes que la tristeza del pasado y el miedo del futuro te estropeen la alegría del presente. La vida no es corta; son las personas las que permanecen muertas demasiado tiempo. Haz del pasaje del tiempo una conquista y no una pérdida.
J. C. Gª Fajardo