William Shakespeare
Sueño de una noche de verano
Cátedra Letras Universales
Edición bilingÁ¼e del Instituto Shakespeare
Dirigida por Manuel Ángel Conejero
Cuando Europa es eclipse y no símbolo, tampoco espejo de la Cultura de Occidente, en absoluto muestra y venero, donde los pueblos durante siglos han venido calmando su sed de saber, ese pasado siempre presente de lo vivido y creado cuando Europa encarnaba la luz de la humanidad. Ahora solo es escenario de la explotación de un capitalismo bárbaro, gula de la a avaricia que viene devorando familias y palabras tan bellas como necesarias: humanidad, ética, estética, belleza, tolerancia. Porque a Europa la están convirtiendo en estercolero y pánico, codiciado matadero de toda aquella pieza que pueda sangrar ganancias finales de un trayecto de luz apagada.
La inmensa minoría juanramonina representa la tribu sublevada contra el Farenheit del siglo XXI, la pancarta de “NO PASARÁN” “Donde pueden verse sombras en las capas doradas, / Que rubíes son, regalo de las hadas” hondear cuantas veces es posible para la defensa de la cultura y la ética contra la barbarie, como cantó el poeta Luis Cernuda “Abajo todo, todo, / excepto la derrota”, no es un simplismo sino una actitud de compromiso. Y muestra mínima pero acertada y justa es la primera edición a finales de 2011 del volumen 444 de Cátedra Letras Universales en colaboración con el Instituto Shakespeare en edición bilingÁ¼e de Sueño de una noche de verano, toda una garantía donde el lector de español conocedor de la lengua del clásico universal puede a la vez que lee hacer ejercicios de comparaciones entre las dos lenguas.
Y para quienes no manejen la lengua del autor de Romeo y Julieta, quien sabe, si pueden igualmente ser cautivados por ese proceso de “construcción estética” que Shakespeare ofrece en cada caso para entender la razón por la que todavía hoy escribimos, estudiamos y ejercemos la reflexión sobre una razón creativa que resulta ser decisiva en la historia de la literatura dramática en la que nos reconocemos. Porque Sueño de una noche de verano “es una de las creaciones más personales de William Shakespeare. En el singular bosque del dramaturgo, siguiendo el modelo de las pastorales desde Sannazaro hasta Spencer, los elementos son los aprendidos de esas fuentes: alejamiento de la de la sociedad y adopción de un disfraz y de una existencia rústica, hasta que el equilibrio y la justicia sean restablecidos”
TESEO
Más extraño que verdadero. Nunca he dado crédito
A estas antiguas fábulas o juegos de hadas
Los amantes y los locos tienen las mentes exaltadas
Y una fantasía tan singular que llegan a imaginar
Más de lo que la fría razón entiende.
El lunático y el poeta
Están hechos de pura imaginación.
Uno ve más demonios que el vasto averno contiene,
Ese es el loco. El amante, si cabe más excéntrico,
Ve la belleza de Helena en la frente de una gitana.
Y el ojo del poeta en arrebato excelso,
Se mece del cielo a la tierra, de la tierra al cielo.
Y como la imaginación da cuerpo
A las cosas desconocidas, así la pluma del poeta
Les da forma, otorgando al aire incorpóreo
Morada donde vivir, además de un nombre.
Las trampas de la imaginación son tan fuertes
Que si se trata de sentir un gran gozo
Inventa al creador de ese gozo.
O si en plena noche imagina el miedo
Cómo le es fácil que el matorral se convierta en eso.
Y el lector cauto, para quien la lectura es algo más que una mera distracción, atento al libo abierto entre sus manos, podrá descubrir y saborear con esta historia, aquello lo que en esta noche muestra el fondo de la trama cargada de humor e intenciones, descubrir, algo más que el mero entretenimiento de la lectura y cosas fantásticas, pues a medida que va logrando claridad dentro del bosque comprueba que tras esta maravillosa maleza puede estar la sorprendente realidad de la belleza y la ironía crítica que refleja la sociedad y su tiempo.
Un tiempo que no ha envejecido puesto que en él se desenvuelve la condición humana.
