Con absoluta sinceridad, vivo en un mar de dudas en el que acabaré por naufragar tras varias semanas a la deriva. Me miro en el espejo y el tipo del otro lado me anima a dar un paso hacia adelante y gritar «aquà estoy yo», pero soy cobarde, y el miedo atenaza mis actos.
Con absoluta sinceridad quisiera vivir sin vivir esta vida que llevo, tomar la libertad por bandera y asaltar los carruajes de las convicciones sociales, trabuco en mano, poniendo pies en polvorosa al escuchar los latiguillos verbales de la sociedad bienpensante.
Con absoluta sinceridad te digo a ti, sà a ti, no me atrevo a pronunciar tu nombre, a ti que estás ahÃ, que quisiera estar contigo si tú quisieras estar conmigo, pero la lealtad a los sacrificios perdidos me impide hacer esta proposición indecente.
Con absoluta sinceridad relleno mi vida con juegos malabares vacÃos de contenido pero repletos de continente, los cuáles me hacen compañÃa mientras veo la vida pasar, ante mis ojos, ante mi mirar.
Con absoluta sinceridad, no querÃa escribir este artÃculo, no querÃa ser sincero, la mentira es más cómoda, daña menos, te deja ser feliz, pero mis dedos, malditos dedos, se lanzan sobre el teclado sin escuchar las directrices de la mente.
Con absoluta sinceridad, el absoluto no existe, todo es relativo, absolutamente todo, por lo que mis palabras destilan una parte de sinceridad y otra de ensoñación, a la vez que caminan de la mano de la ironÃa ante la atenta mirada de un farsante de pacotilla llamado Rubén.