Aseverar que una “tradición se rescata» equivale a develar una falta de precisión respecto a este concepto. Hay numerosas acepciones, desde aquellas que la relacionan con una acción creadora hasta otras que prefieren señalarla, con un acento histórico, como una vuelta atrás. Posturas conservadoras y otras críticas.
Gadamer, Weber, y Duch la han abordado desde distintos campos del saber. Siendo Duch Lluís (1) una muestra clara y comprensible del concepto de “tradición” desde tres aspectos. El primero, tiene que ver con una aclaratoria entre lo que es y no es tradición. La tradición consiste en tomar algo del pasado y luego recrearlo dentro de las demandas de un contexto presente. Precisamente ese algo será definido en orden a una reflexión. Ello se traduce en una recepción activa, alejada de una ciega repetición. Esto conduce, inevitablemente, a identificar lo qué no es tradición: reducción a la memoria, mayor peso a los objetos materiales en lugar de los espirituales y primacía a una transmisión material.
El segundo aspecto señalado, por el autor, apunta a la función de la tradición dentro de la existencia humana. Crear una armonía en un tiempo presente a partir de la recreación de un pasado. De modo que si los tambores de agua representaron en el pasado una forma particular de comunicación, entre enamorados, insistir en perpetuarlos de esta misma manera equivaldría a una postura tradicionalista. Entendiéndose por tradicionalista la adopción de la tradición desde una actitud conservadora. Frente a la actual contaminación de los ríos y la tecnología celular, queda aminorada esa forma de comunicación entre las nuevas generaciones de novios. Definitivamente el sentido a los tambores de agua que un joven puede adjudicar es distinto a otro del que probablemente le adjudicó un abuelo o bisabuelo. Y aun así, con estas diferencias de tiempo, el tambor de agua pareciera seguir siendo una forma alterna de decir aquí estoy para… Es allí donde hay que revisar y revalorizar su permanencia en el tiempo. Afortunadamente se dispone de la transmisión y traducción de esas voces del pasado. Pero, allí no termina todo. Falta algo más. La acción del presente y nuestra intervención como intérpretes creadores.
Quizá la insistencia por hacer que los niños toquen igual que sus abuelos el tambor de agua estaría perpetuando el tradicionalismo. Tradicionalismo que en el documental “Tambor de Agua” es la idea de “recuperar nuestras raíces” y “sentirnos más venezolanos”. Admitir que sólo la memoria es la puerta para estar en contacto con el pasado es un error, si se toma en cuenta la cantidad de observaciones formuladas por historiadores, antropólogos y filósofos. Ahora bien, si a los niños se les escucha tocar el tambor con otras finalidades, como, por ejemplo, protestar por la contaminación de los ríos de la zona, ¿no sería una opción re contextualizada y mejor aprovechada?
Estas reflexiones llevan al tercer aspecto abordado por Duch: la tradición es un producto del lenguaje. Ello implica que quienes la conocen o están por conocerla comparten una lengua.
Para finalizar, es necesario mencionar un autor venezolano. Se trata de Mario Briceño- Iragorry, quien insistía en sus ensayos (2) Tradición y Nacionalidad, Venezolanidad y Tradición, Suelo y Hombres y El Sentido de la Tradición, que la sola adopción al pasado heredado no es suficiente, ni menos aún que se piense que de una generación a otra se resuciten los muertos. Si a esa herencia no se incorpora una actitud creadora, la traducción, la actualización y el sentido para los nuevos tiempos entonces se cae en una repetición sin reflexión.
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(1)Duch, Lluis. Fonamentalisme i tradicio
Duch, Lluis. (1997) La educación y la crsis de la modernidad. México: Paidos.
(2) Los ensayos Tradición y Nacionalidad, Venezolanidad y Tradición, Suelo y Hombres aparecen en Aviso a los Navegantes, 1953. El Sentido de la Tradición se encuentra en Defensa y enseñanza de la Historia Patria en Venezuela, 1998.