Tres bebidas, tres territorios, tres sustancias sacramentales, porque dan vigor al cuerpo y salud al alma.
La sabiduría, dijo Buda, consiste en estar despiertos, en prestar atención… La teína, la cafeína y la teobromina (así se llama el alcaloide principal del chocolate) nos ayudan a ello.
Tres territorios, tres fronteras culturales, porque el té es de origen asiático, africano el café y precolombino el chocolate. Hoy, sin embargo, son de todos y están en todas partes. ¿Por qué será?
Sus virtudes terapéuticas y energéticas son formidables. No tienen más contraindicaciones que las derivadas del abuso, aunque pueden generar, como cualquier otra cosa, reacciones adversas en determinados individuos.
Yo las tomo a diario… Doscientos miligramos de cafeína No-Doz, made in Usa, por las mañanas, y cuando las circunstancias lo exigen añado otros cien a las seis horas.
Lo primero que pregunté a mi cardiólogo después de la implantación de tres by-passes en mis coronarias fue si podía seguir haciéndolo. Me dijo:
-Nadie hasta ahora ha conseguido demostrar que la cafeína perjudique el corazón. A algunas personas les provoca arritmias o taquicardias y a otras les sube la tensión, pero son reacciones individuales. Si no es tu caso…
No lo era. Seguí y sigo con la costumbre. Suelo tener entre 60 y 65 pulsaciones por minuto, ritmo cardíaco regular y casi nunca supera mi tensión sistólica la cifra de 120 ni la diastólica la de 70.
Mi mujer, que es japonesa, me prepara todos los días un litro de té verde. Lo voy tomando tacita a tacita mientras trabajo. Sus compatriotas también lo hacen. Japón es el país del mundo en el que menor incidencia tienen las enfermedades cardiovasculares.
En cuanto al chocolate… ¡Mmmm! Pero que sea negro, cuanto más amargo, mejor y sin leche, por supuesto, ni grasas hidrogenadas, ni canela, ni tonterías (excepto chiles, pimienta, naranja amarga y jengibre). En cuanto a las dosis… Ya saben: nada en exceso. Á‰sa era una de las dos frases grabadas en el dintel del santuario de Delfos.