Escenarios,91
La etapa de la dictadura argentina de los años 70 y 80 del pasado siglo, denominada eufemísticamente Proceso de Reorganización Nacional, ha dado para mucho en el campo histórico y en el literario.
Santiago Varela, narrador, guionista y experto en literatura de humor, la ha plasmado en diferentes trabajos, uno de los cuales, titulado ‘El Reportaje’, se ha mostrado en el zaragozano Teatro del Mercado durante el pasado fin de semana, con dirección de Hugo Urquijo.
Se trata prácticamente de un monólogo a cargo de un militar encarcelado -en la versión española se le ubica aquí- a quien una periodista quiere entrevistar para preguntarle por su participación en la censura cultural que desembocó en el incendio del teatro El Picadero, de Buenos Aires, en julio de 1981.
Los hechos se enmarcan en una etapa dominada por las manifestaciones de las madres de la Plaza de Mayo reclamando ante la Casa Rosada noticias de sus familiares desaparecidos. En ese contexto surgió la iniciativa del Teatro Abierto, una estrategia de resistencia cultural elaborada por autores, directores, escenógrafos y técnicos que se centralizó en el local señalado, hasta su incendio.
El responsable de aquel delito, ahora encarcelado, responde a las preguntas de la periodista, encarnada por la actriz riojana, formada en Zaragoza, Susana Hornos, quien, al margen del escenario, es casualmente la esposa del actor que interpreta al militar investigado, Federico Luppi.
Una mínima estructura escenográfica, con dos sillones y una cámara de grabación, sirven para que el general encausado vaya respondiendo a las preguntas de la periodista y explicando las razones de su actuación represiva durante la dictadura.
Su casi discurso es una muestra de los argumentos que exhibe el poder cuando desea controlar a los disidentes, particularmente a las gentes y agentes de la cultura. El texto es crudo y explícito en la muestra de esta mentalidad antidemocrática, y la actuación de Luppi absolutamente adecuada al papel, incluso aprovechando las connotaciones de origen, acento y edad.
El espectador percibe que el general investigado está plenamente convencido de que obró bien y se reafirma en sus actitudes, hasta el punto de asegurar que repetiría sus actuaciones autoritarias. El actor que lo encarna vive intensamente su papel, utiliza todos los recursos interpretativos a su alcance y consigue que la pieza cale y cree una sensación de autenticidad.