Escenarios, 76
Bajo la dirección de Alejandro Renedo se ha presentado en el Teatro de las Esquinas una versión del mito de Fedra, la figura femenina que nació en la antigÁ¼edad clásica para representar la pasión desbordante de una mujer, tan extremada que le lleva a intentar el incesto.
La historia de la princesa cretense fue llevada a la escena por Eurípides, y posteriormente la utilizaron también Séneca, Racine y nuestro Miguel de Unamuno, entre otros autores.
Fedra se casa con Teseo, rey de Atenas, que ya tiene un hijo, Hipólito, de su anterior matrimonio con Antíope, reina de las amazonas. Pronto la madrastra se enamora del joven y lo acosa. Se resiste el muchacho, tanto por su temperamento como por respeto a su padre. Fedra se suicida no sin antes acusar a su hijastro de intento de violación, lo que desata las iras del padre que invoca a Poseidón para que le cause la muerte. Antes de que perezca el muchacho, Teseo descubre la verdad y se reconcilian.
Hasta aquí el mito clásico. La dramaturgia construida por Alejandro Renedo se centra en el conflicto intrafamiliar. Aprovechando la ausencia de su marido, Fedra se ofrece a Hipólito, que la rechaza. El texto expresa muy claramente la mentalidad de cada uno de los protagonistas y el montaje subraya su ámbito personal.
Hay un intento de diseccionar crudamente la filosofía de la familia como entidad protectora y encubridora de los auténticos impulsos del individuo.
En ‘La caída de Fedra’ se derriban las cuatro paredes de una casa para sacar a la luz la miseria que albergan. Aparecen asuntos nefandos como el alcoholismo de Teseo, que en cierto modo también comparte Fedra, el abandono del hogar por parte del cabeza de familia, las tensiones intrafamiliares no resueltas, la degeneración que conduce al incesto, el mito de Edipo, etc. Se hace hincapié en la pulsión sexual como desencadenante de la desgracia personal y como escapatoria de la ansiedad que provoca la situación de abandono en la que viven madrastra e hijastro.
Los actores zaragozanos María Heredia y Sergio Ramos dan cuerpo a los personajes claves de la tragedia, Fedra e Hipólito, con alusiones permanentes al tercero en discordia, Teseo, cuya ausencia gravita de manera muy intensa sobre la trama.
El texto es de gran intensidad, el espacio escénico en dos planos está muy bien concebido y las interpretaciones mostraron la fuerza y la expresividad de los actores.
La representación tuvo lugar en la Sala 0 del Teatro de las Esquinas, un espacio de cámara muy adecuado para este tipo de montajes, que requieren cierta intimidad.