Cultura

Teatro: La vida de las palabras

Escenarios, 4

El Teatro de las Esquinas ha ofrecido este fin de semana un buen espectáculo: el monólogo de Juan José Millás, protagonizado por Juan Diego, titulado ‘La Lengua Madre’. La figura del actor ya es una garantía de éxito. El teatro estaba lleno y la gente aplaudió a rabiar, interrumpiendo en varias ocasiones el discurso del único protagonista de la obra.

LA LENGUA MADREEl punto de partida era magnífico: la defensa del lenguaje, el análisis de su riqueza, la protesta por su manipulación intencionada. La actuación de Juan Diego resultó extraordinaria, tanto por la dicción, como por el tono, el gesto y el movimiento escénico. Cualquier texto crece en sus manos y en su voz, pero hasta un límite. Porque partiendo de la magnífica idea comentada, el desarrollo podía haber sido mucho mejor si el guión se hubiera atenido al enunciado del principio: el orden alfabético del diccionario.

Sin salir de la letra A, los recursos léxicos y semánticos dan suficiente juego para componer un monólogo coherente, desde el que disparar contra tirios y troyanos, desde el que analizar la realidad pasada y presente, desde el que poder augurar el futuro, desde el que aplaudir, desde el que censurar, desde el que conmover, desde el que divertir. Porque todos estos elementos se hallan presentes en el guión, pero de una forma desordenada, deslavazada, con frecuentes altibajos, con menciones sin venir a cuento (la de la vagina, por ejemplo), con algunos tópicos y varios lugares comunes sin gracia. Si el único orden que no ha podido ser subvertido hasta el presente es el alfabético (declaración inicial del autor), parece improcedente que sea él mismo quien lo destruya de forma oportunista. Se le supone al escritor suficiente capacidad para mantener la tensión dramática sin necesidad de obligar al actor a convertirse en un saltimbanqui del diccionario.

Por lo demás, casi todas las referencias al pasado, a la vida familiar del protagonista, a su trabajo como profesor, a la situación actual de la sociedad y de la política son oportunas. Hubo una en particular, la de los suicidios ante la amenaza de desahucio, que elevó la tensión emocional de la sala hasta extremos inauditos, debidos sobre todo a la habilidad dramática de Juan Diego.

La alternancia entre pasajes duros y blandos es un acierto en el reflejo de la realidad, pero de haberse mantenido el discurso en el principio enunciado por el autor del texto, hubiéramos asistido a una obra memorable. De este modo, lo verdaderamente valioso, lo que no hay que perderse, es el trabajo del actor.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.