Del Teatro Principal de Zaragoza, con “Total Val”…
Al Teatro del Mercado, con “Toda una vida”…
Pasando por La Fábrica de Chocolate, con “Poemas teatralizados de Mario Benedetti”…
Tres apuestas escénicas, valientes y comprometidas.
Total Val
Santiago Meléndez apuesta por el buen hacer y el trabajo continuado. Un incombustible actor aragonés que planta cara, junto a otros actores y actrices de contrastada valía y experiencia, a unos tiempos difíciles para la escena aragonesa, con la fórmula casi mágica de… ¡el trabajo bien hecho!
Visité en su día la representación de Total Val, en el escenario incomparable de un Teatro Principal, orgulloso de su historia y dotado de un restaurante moderno y actualizado. El cafecito que me sirvieron antes de entrar a la función, me dejó un agradable aroma de bienvenida.
Antiguo Teatro Nuevo, el Teatro Principal fue construido por el arquitecto zaragozano Agustín Sanz, y se inauguró en su actual emplazamiento el 25 de agosto de 1799. Vivió importantes reformas, como las realizadas por José Yarza, en 1858. Ricardo Magdalena, en 1870 y Regino Borobio, en 1940.
A mí, personalmente, me fascina este teatro y su historia. Siempre que entro en él me recuerda a los grandes de la escena española.
Un camaleónico Santiago Meléndez se mete en la piel de un divo argentino excéntrico y caricaturesco, rozando el esperpento. Dotando a esta primera parte de la obra de un humor irónico e inteligente. Acompañado de Manuel Ollero, al bajo. Hernán Filippini, a la guitarra. Los Artistas del Gremio, al cargo de percusión y de instrumentos de viento. Saúl Blasco y Áscar Sánchez, son… Sin futuro.
En la segunda parte de la representación, un versátil Santiago Meléndez convertido en cantante de fado y boleros, acompañado al piano de Jaime L. Cosculluela, nos invita a entrar en un mundo sentimientos a través de la música.
“Cada vez que pienso en Vos”… de Mike Laure. “Que salgan los Clowns”… de Sondheim. “Cuando no hay más que amor”… de Jacques Brel.
Temas que me gustaron y mucho. Pero fue la interpretación de «La niña de Guatemala”… de José Martí, el tema que consiguió que aflorara en mi una lagrimilla sentimental. Una historia de amor protagonizada por María García Granados (La niña de Guatemala), hija del General Miguel García Granados… en su día, presidente de Guatemala. De quien el poeta era gran amigo, y con frecuencia visitaba su casa… María se enamoró de Martí quien, ya comprometido con otra mujer, tuvo que regresar a México para casarse.
José Martí, 15 años después, escribió este hermoso poema, de donde se deduce que él también estuvo enamorado de ella…
Esta función quedó gratamente guardada entre mis recuerdos.
En La Fábrica de Chocolate… antigua fábrica Zorraquino, la aparente frialdad de sus paredes se convirtió en cálida y agradable al escuchar, a través de las voces de Santiago y Pilar Molinero acompañadas de Hernán Filippini a la guitarra, los textos de Mario Benedetti, teatralizados.
Benedetti fue un escritor y poeta uruguayo, integrante de la generación del 45. Su lenguaje es sencillo, para que sus obras puedan ser accesibles a todo el mundo, además de combinar con su propia personalidad.
La representación, cercana y amable, de los poemas del poeta uruguayo, para un público entregado, me causó una sensación agradable de orgullo y buen hacer profesional.
Toda una vida
En el Teatro del Mercado, Santiago Meléndez y Pilar Molinero presentaron la obra… “Toda una vida”… Mostrando en escena, a una pareja acomodada, hipócrita, burguesa y egoísta… Y completamente desprovistos de humanidad.
Santiago y Pilar encarnan en esta ocasión a esta pareja singular, no muy lejos de la realidad de alguna capa social dominante de nuestra sociedad. El poder del dinero se ve reflejado en su aparente y ostentosa riqueza… mostrando la realidad irónica y ruin, de sus personajes.
Al salir del teatro dirigí mis pasos sin un rumbo fijo… Me apetecía pasear para ir pensando en mi próxima crónica…