Escenarios, 83
Los fenómenos derivados del Mayo 68 hicieron cambiar la percepción de la realidad cultural en Occidente y dieron paso a la liberación sexual, con especial incidencia en la mujer. Desde que a finales del pasado siglo se produjo la Declaración Universal de los Derechos Sexuales, en el XIV Congreso Mundial de Sexología celebrado en Hong Kong, las cosas han ido variando aún más en este campo, siempre candente y conflictivo.
Una de las consecuencias ha sido la entrada en el mercado de los objetos sexuales por parte de las mujeres, de una forma dinámica que hace la competencia a los tradicionales sexshops, de estructura más estática. Mientras que a los últimos se va en busca de algo, la nueva tendencia capitaneada por las féminas recurre a la fórmula de las reuniones domiciliarias para llevar a las clientas formación e información sobre los productos y objetos vinculados al ejercicio sexual.
A partir de estas realidades, Edu Pericas ha construido una hilarante comedia que, tras meses de éxito por la geografía española, ha recalado en el zaragozano Teatro de las Esquinas el pasado fin de semana.
Dirigida por el propio autor, e interpretada por Gretel Stuyck y Elena Fortuny, consigue fundir la diversión con la reflexión.
La trama es sencilla: una coach, ejecutiva de la empresa My Secret Flower en pleno proceso de expansión, imparte el Curso de Formación para Asesoras de Tuppersex con el objetivo de contratar nuevos vendedores de juguetes eróticos. Los alumnos son los espectadores de la sala. La sexóloga que debe realizar las demostraciones prácticas no puede acudir esa tarde, y en su lugar envía a una amiga peluquera, desinhibida y sin pelos en la lengua, que convierte la reunión en un hilarante caos.
Las risas nacen del contraste entre ambas protagonistas, que tratan el tema de modo muy diferente. La coach habla de manera ortodoxa y un tanto distante, mientras que su ayudante lo hace de forma directa y vivida, con el lenguaje de la calle. Eso da lugar a equívocos continuos que el guionista aprovecha para liberar consideraciones varias, entre la ironía y el sarcasmo, sobre la comunicación entre las personas a la hora de hablar del sexo.
Hay una vuelta de tuerca cuando la peluquera detecta los problemas personales de la coach, aprovechando su experiencia en contacto con multitud de mujeres que utilizan la peluquería como confesionario de sus cuitas. La situación es utilizada hábilmente por Pericas para extremar la comedia y llevarla hasta un clímax bien resuelto.
Montaje sencillo pero eficaz, que acoge una interpretación magnífica basada en un texto sólido y fluido al mismo tiempo.