Escenarios, 79
Aventura!, una pieza escrita y dirigida por el navarro Alfredo Sanzol, se estrenó hace un par de años en el Teatro Municipal de Gerona por la compañía catalana T de Teatre. El pasado fin de semana ha recalado en el Teatro Principal de Zaragoza variando los dos personajes masculinos respecto a quienes la estrenaron; los femeninos se mantienen y además son los soportes del espectáculo.
Es entre las cuatro mujeres, que interpretan Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Ágata Roca, entre quienes anda el juego. Los dos varones, a cargo de Jordi Oriol y Carlos Zabala, compañeros en la empresa donde todas ellas trabajan, se limitan a poner el contrapunto a la acción que las damas capitanean. Precisamente son los dos personajes masculinos los únicos que se desdoblan, lo cual refuerza el rol protagonista de ellas.
Tomando la crisis económica como telón de fondo, el autor retrata las interioridades de una empresa en declive, cuyos socios acuerdan venderla a inversores chinos. Se suceden diferentes peripecias que ponen de manifiesto las relaciones entre los personajes y las tensiones que surgen cuando se pierde el horizonte de lo cotidiano.
Como señala el autor del texto, la crisis económica es únicamente un recurso para analizar los problemas que subyacen, de carácter ético, ideológico y político. Este loable propósito solo consigue desarrollarlo a medias, siendo el resultado del experimento bastante irregular.
La trama presenta altibajos argumentales y el conjunto resulta impreciso, con un final del mismo tipo que incluso hace dudar a los espectadores respecto a la conclusión de la obra.
Las alternativas entre la comedia y el drama no quedan bien definidas, dejando una sensación confusa. Los actores y las actrices se mueven en algunos momentos con una inseguridad impropia de quienes llevan dos años interpretando la pieza.
El montaje sí está bien estudiado, con localizaciones múltiples sin mover objetos, a base de colocar oportunamente las luces. También los movimientos escénicos son eficaces. La música original de Fernando Velázquez crea un ambiente adecuado, entre la tensión y el desfondamiento en que viven los personajes.
