Vivo en una ciudad, cuya seña de identidad es su Feria, de interés internacional. He dicho con frecuencia que si «París es una fiesta» (Hemingway), «Albacete es una Feria» (Pérez Castell) con vocación de hermanamiento con Hannover y Frankfurt.
Yo personalmente desciendo de familia de tenderos hasta cuarta generación y puedo quedarme corto. Cuando se me habla de trueque o de banco del tiempo, si tengo ocasión, lo propicio y no digamos de mi admiración por Allende, que en Chile, por favorecer el intercambio comercial justo y el trueque entre la ciudadanía, le hicieron una huelga de transporte y lo acorralaron en el Palacio de La Moneda (curiosa nominal coincidencia) hasta la muerte.
El comercio es santo: hasta existe un sacramento que a cambio de una exigua penitencia se te perdona el pecado. Pero el comercio no es saqueo. Nadie de mi inteligencia puede comprender que SESENTA Y CUATRO PERSONAS (64) posean tantos bienes como UN MEDIO DE LA HUMANIDAD (La población mundial el 30 de octubre de 2011 alcanzó los 7000 millones de personas).
Eso no es fruto del comercio: lo es sencillamente del robo. No hago este alegato desde la bancada proudhoniana (anarquista) confirmando que la propiedad es un robo, pero sí puede afirmarse sin rubor que si la propiedad de 64 personas iguala a la de 3500 millones de humanos, entonces sí lo es.
Ahora de nuevo (y no digo “de nuevo” en vano) hemos de resolver el problema de alojamiento de millones de personas en las poblaciones de la Unión Europea. ¡Oh gran problema que en España, por ejemplo, Estado de 8144 municipios, fuesen acogidos 8 refugiados en cada pueblo o ciudad: Sí 8 personas, que se mueren de hambre y sed de justicia en las fronteras alambradas del Sur europeo!
Con las personas no se mercadea: ¿O qué es, si no es trata migratoria, dar a Turquía miles de millones de euros, para que impida transitar por los caminos del euro mundo a los huidos de las guerras?
Comercio justo sí y siempre ayuda mutua.