La vida no me corresponde y mucho menos ella,
lo supe antes de mandarla rosas que acabarían
en los ceniceros de sus contradicciones,
ahora construye su rutina con mis dedicatorias perdidas.
Yo no me daré de bruces contra el suelo, ella sí,
porque yo me construí un paracaídas ante ostias de tal magnitud
que mi cielo se atrevió a crear de lo diminuto de un quizá,
merezco algo más y no un «no hay nada más de que hablar».
Que disfrutes de tu suerte y ahora han pasado para mí
dos años, desde que dije ¿por qué no vuelves?
quéjate a tu colchón de tus propias heridas y
de tus oportunidades perdidas que ya no son las mías.
«Hasta nunca y hasta siempre» gime tu almohada
soñando con volver a verme, pero mira chica,
este poeta duerme en su cama y ya no añora nada
porque de vacíos me libré y con mi propia sed me llené.