Los que escribimos, por ejemplo en Internet, desde el lado contrario al que rige actualmente el destino de esta civilización crepuscular, parecemos puestos de acuerdo para denunciar desde diversos ángulos las mismas miserias. Curiosamente no solemos ser los más afectados por esta catástrofe global los que la denunciamos, sino, al parecer, gentes de las clases medias con profesiones liberales o al menos gentes de pensamiento libre con espíritus alerta. Por desgracia la mayoría de los dramáticamente afectados andan angustiados por el miedo a perder su trabajo, o a no encontrarlo, o a ser desahuciados, y un largo etc. de temores. No es que esto sea un “defecto de clase”, sino un hecho cotidiano propiciado sin duda por la indefensión en que se encuentran los trabajadores frente a sus patronos.
Tal vez » la derecha», (genéricamente, para entendernos) al intentar acabar con las clases medias, en mejores condiciones de libertad y con más recursos para expresarse, sueñe de paso con silenciar la voz de gentes como nosotros – yo mismo soy un maestro de Primaria excedente- que no se han tragado las píldoras hipnóticas de este Sistema satánico donde todas las fuerzas negativas que dominan este mundo se han agrupado como nunca para vampirizarnos tanto a nivel energético como a nivel material en todo el Planeta con todos sus recursos.
Usted y yo sabemos, o al menos sospechamos, que este mundo materialista se hunde irremediablemente porque con codicia ilimitada de los ricos, recursos planetarios limitados y tan injustamente distribuidos, no se puede ir muy lejos. Cada derecho social y laboral que vemos restringido va acompañado de nuevas vueltas de tuerca contra la libertad de expresión y finalmente contra la democracia formal, que nos aleja de una democracia real y de toda idea de justicia, unidad e igualdad. Cada nueva explotación o demanda de recursos se acompaña de guerras. Por tanto el pesimismo ante la situación general está más que justificado, creo.
No sé si usted al tratar de dar con su baúl secreto llamado subconsciente, ha encontrado en él elementos espirituales positivos, rastros luminosos del alma que esperanzan el porvenir. Porque lo mismo que podemos hablar de una autoselección de depredadores sociales reunidos (la “derecha”), ¿por qué no plantearnos una selección espiritual, una autoselección de renovadores espirituales, desde posiciones contrarias? No se trata de una invitación a formar algún tipo de club como el famoso Bilderberg, o partido nuevo o sociedades secretas como resultan los no menos famosos Illuminati, tan emparentados entre sí y con el resto de depredadores sociales y espirituales incluida la secta Vaticana. Lo que les une a estos es el espíritu satánico, cuya energía les alimenta y les da poder, y telepáticamente les inspira mientras les son útiles a estos enemigos de Dios y de la humanidad. Lo que podría unirnos y fortalecernos a quienes estamos frente a ese poder oscuro y destructivo es el amor a Dios y a nuestros semejantes, el cumplir las leyes divinas para poder eliminar nuestros defectos – que son la energía negativa que nos conecta inconscientemente con aquellos que deseamos conscientemente combatir. Por eso no hallamos divididos en nuestro interior y perdemos energía. Pero esa misma división la proyectamos hacia el exterior, en forma de recelos, envidias, ambición, deseos de reconocimiento y poder, que son energías del lado oscuro que queremos eliminar en la vida social. Al eliminar en nosotros estas rémoras podemos recibir en esa proporción la energía positiva suficiente para hacer frente a todas las contrariedades e infortunios que nos depare este mundo. Y no solo esto, sino que establece secretas afinidades, forma un círculo protector de energía a nuestro alrededor que conecta con los que están en nuestra misma frecuencia de onda en cualquier lugar pues al fin todos somos seres de energía formando así el frente de la luz opuesto al de la oscuridad dominante en el mundo. No es preciso que firmemos nada, ni que seamos socios de nada, sólo pequeñas llamas para formar la gran hoguera de la resistencia mundial. Entonces tendremos la ayuda precisa de Dios, la fuente de energía de la igualdad, libertad, fraternidad, justicia, y unidad, que al fin y al cabo es más fuerte que todos sus contrarios y mentores de la oscuridad que dirigen este mundo desde los sillones del poder y las Bolsas. Lo que se libra a niveles sutiles actualmente en el mundo es esta gran batalla.
He conocido a muchos que se decían revolucionarios que en cuanto tuvieron la oportunidad de chupar poder, se aferraron como lapas a sus sillones. A muchos que despotricaban contra los ricos y en cuanto tuvieron dinero se olvidaron de sus ideales. A otros que criticaban a los intelectuales de la derecha y en cuanto pudieron se convirtieron en intelectuales de la derecha. El ego es el enemigo, el quintacolumnista de las fuerzas oscuras que alimentan al capitalismo, y se esconde en el subconsciente. Allí hay que descubrirlo y quitárselo de encima.
Porque no lo creen o no lo han conseguido, tras la fachada de tantos que se autotitulan de esto o lo otro, hay asuntos internos pendientes, defectos que si no se corrigen no dan buenos frutos. Creo honradamente que es por ello que existe tanta desunión real en todas partes, y desde luego entre las llamadas “Izquierdas” a la hora de moverse para sacudirse el yugo de la opresión capitalista. Al fin y al cabo los ricos se llevan mal, pero comparten paraísos fiscales por los que en todo caso compiten, mientras los pobres lo único que comparten son infiernos múltiples que en todo caso comparten.
Igual que los destructores de la vida y las sociedades tienen sus suministradores de energía que practican el “ata, separa y domina”, que son los tres principios satánicos, nosotros podemos llevar a cabo el principio superior del Espíritu: “Une y sé”. Así podemos recibir las fuentes de energía espiritual divinas que nos alentarán para hacer nuestro doble trabajo de transformarnos primero para poder transformar el mundo a continuación. Tal cosa es posible mediante nuestros pensamientos, palabras y actos positivos opuestos a los pensamientos, palabras y actos negativos de los enemigos de la humanidad que controlan en su mayor parte la vida cultural, la información, la vida social, la política, la economía y – por supuesto manipulan el pensamiento espiritual para convertirlo en religiones domesticadas, útiles para servir a sus señores del lado oscuro.
Insisto en que el pensar unidos y en paz – estemos donde estemos- en la misma dirección, o sea en el deseo intenso de justicia, libertad, igualdad, fraternidad y unidad desde el amor a Dios (no al de las Iglesias, sino al Dios Vida, al Dios Amor, al Dios Energía y fuerza vital) lograremos conectar ya no solo entre nosotros, estemos donde estemos, sino con las fuerzas y los seres divinos. Las fuerzas de transformación social necesitamos más ayuda que nunca y creo que es el momento de mirar más alto en busca del poder real.