Si analizamos los comportamientos del Gobierno de España, confrontándolos con los mensajes que está enviando el Papa Francisco en los últimos meses, debemos llegar a la conclusión que tenemos un Gobierno muy poco católico.
En el plano Legislativo y en la Reforma de la Ley de enjuiciamiento y otras Leyes que se han ido creando para conseguir la igualdad en el trato de las personas y en las que este Gobierno se impuso reformas, el Papa Francisco ya ha dicho: «¿Quién soy yo para Juzgar a un gay?» Pidiendo terminar con las luchas por cuestiones sociales.
Sin embargo, los discursos del Presidente del Gobierno, en Japón, chocan frontalmente con el discurso del Papa en la sede de Caritas en la Ciudad de Asís:
“Aquellos Gobernantes que con arrogancia ven cómo los niños no tienen para comer sin hacer nada para remediarlo”
“Aquellos Gobernantes que se regodean del empobrecimiento de sus pueblos y persisten en su ruinosa gestión”
Foto: n i fCualquier actuación que realiza algún miembro del Gobierno, no tiene perdón de Dios. Pongamos por caso a la Ministra de Sanidad, que está haciendo bueno su apellido “Mato” con sus decretos para cambiar las medicinas por otras más baratas a los enfermos crónicos y el copago a enfermos de cáncer, artritis, hepatitis, esclerosis múltiple… Ha tenido respuesta de los expertos, alzando su voz, sobre las consecuencias nefastas y que podrían tener como consecuencia el acortar la vida de estos sectores de la población,
No, no es posible pensar que el Gobierno actual de España pueda ser considerado un Gobierno que sigue la palabra de Jesús, sino más bien todo lo contrario, el Gobierno y el Partido que lo sustenta son más bien personajes lejanos a la Iglesia y pegados al dinero. Dejando que tenga que ser el pueblo español, solidario como ninguno, quien ayude a los necesitados en programas como “Entre todos”, al que deseo felicitar como el más humano y cristiano de la TV en España.
