El pasado mes de julio tuve la fortuna de visitar una casa muy especial en Managua. Me encontraba en Nicaragua como miembro de una delegación de AmnistÃa Internacional. HabÃa muchas niñas y algunas mujeres. Recuerdo a una pequeña que bailaba disfrazada de princesa, y a otra ya adolescente que me enseñó las uñas pintadas de color morado fantasÃa, mientras una tercera me recitaba, orgullosa, un poema sobre la libertad que habÃa escrito en su diario. Todo era alegrÃa y bullicio. Esa era la parte visible.
La invisible es que todas estas mujeres habÃan sido objeto de abusos sexuales y violaciones a manos de familiares u otras personas que se habÃan valido de su posición de poder sobre ellas. Los hogares en Nicaragua, nos dijeron, son con frecuencia lugares peligrosos para las niñas, ya que cuando sufren abusos sexuales a manos de sus familiares se ven además presionadas para guardar silencio. Uno podÃa sentir una tristeza adulta en las palabras de Estefany, violada pistola en mano y con un hijo diminuto entre sus rodillas, cuando nos relataba que su agresor seguÃa libre, cerca.
En Nicaragua se ha dado un retroceso desde 2008 en la protección de los derechos humanos de las mujeres, al no permitir el aborto en ninguna circunstancia, ni siquiera cuando la vida de la mujer está en riesgo o cuando una niña sufre una violación y se queda embarazada.
Según la policÃa, entre 1998 y 2008 se denunciaron en Nicaragua -un paÃs con apenas 6 millones de habitantes- más de 14.000 casos de abuso sexual. Según la ComisarÃa de la Mujer y la Niñez, entre enero y agosto de 2010 se denunciaron 1.259 casos de violación. En dos terceras partes de estos casos las vÃctimas eran menores de 17 años. También en 2010 se registraron un total de 3.778 denuncias de abusos sexuales, y 39 mujeres y niñas fueron asesinadas. A pesar de ello, muchos perpetradores quedan en la impunidad.
Las mujeres y niñas que sacan fuerzas para denunciar la violación o los abusos sexuales se encuentran a menudo con fiscales y jueces que no cumplen las normas nacionales e internacionales sobre el trato a las vÃctimas de abuso sexual.
Durante nuestra visita, la Corte Suprema de Justicia hizo pública una sentencia que desafÃa al sentido común y a los derechos humanos, y asà se lo manifestamos a uno de sus ponentes y a la presidenta de la Corte. Se trataba del caso deFátima Hernández, una mujer muy joven que, después de ser violada por su compañero, pasó varios dÃas ingresada en un hospital y tuvo que permanecer un tiempo en silla de ruedas. La Corte redujo la sentencia contra su violador, argumentando que a causa de la ingesta de alcohol, “no pudo controlarseâ€.
Nos entrevistamos también con cuatro de los cinco candidatos a la presidencia de la República que se presentan a las elecciones del 6 de noviembre. Solo Daniel Ortega no nos recibió, aunque mantuvimos reuniones con representantes del Frente Sandinista. A todos les preguntamos si estarÃan dispuestos a hacer una declaración pública de tolerancia cero con la violencia hacia las mujeres, y a eliminar del Código Penal la prohibición absoluta del aborto, al menos en caso de violación y peligro de muerte de la madre. Algunos hicieron la declaración allà mismo, frente a decenas de periodistas, otros dijeron que la harÃan, todos se comprometieron a trabajar contra la violencia hacia las mujeres pero, salvo alguna excepción, nadie se comprometió a permitir que las niñas violadas que conocimos en Managua puedan elegir si quieren o no dar a luz. El plan más reciente para combatir la violencia sexual se elaboró en 2001 y finalizó en 2006. Desde entonces, nada.
Ante las próximas elecciones, muchos temas serán objeto de debate en Nicaragua. Desde AmnistÃa Internacional nos hemos empeñado en que también se oigan voces como la de Estefany, porque la polÃtica deberÃa ser ante todo una forma práctica de conseguir avances en derechos humanos. “Lo peor, que padre, sacerdote, familia, llegaron a decirme que mejor me arreglara, mejor asà porque no querÃan escándalo; estaba afectando a mi familia y nadie me creyó. Toda mi familia se volvió en contra de mÃ, salvo mi madreâ€. Señores candidatos, ¡escuchen!, tienen ustedes la oportunidad de evitar que Nicaragua sea conocido en el mundo como un paÃs donde las niñas violadas no merecen la protección del Estado.
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Esteban Beltrán
Director de AmnistÃa Internacional España