Sociopolítica

Una cierta hartura

Lo escribo como un lamento, y lo digo con tristeza. Sí, ya sé que abarcar tanto descoloca un poco; pero es que te lo están sirviendo en bandeja a todas las horas de todos los malditos días, en todas las radios, en todas las televisiones y en todos los periódicos habidos y por haber. Y a uno se le hace verdaderamente difícil escapar a semejante atracón de despropósitos, aunque la verdad es que ya me estoy cansando de todo esto. Como le he leído por ahí a algún periodista, yo también “estoy harto”. Y no termino de tirar la toalla, no sé muy bien todavía el por qué. Que motivos de sobra tengo acumulados en las alforjas, que pesan, y cada vez me pesan más. Así que, en cualquier momento me planto y determino no continuar. ¿Para qué? ¿Para que la rutina se convierta en el óxido de mis inquietudes? No, amigo. Por ese aro y a estas alturas no voy a pasar, seguro.

Foto: Garromeister

Foto: Garromeister

La imagen de un niño, con una bolsa de plástico en las manos, caminando solo por el desierto, huyendo de la matanza que un asesino, en Siria, dictó sobre la población civil; el levantamiento de nuevas fronteras, de vallas afiladas para taponar la libertad; la sangre corriendo como un río por las calles de Kiev; Venezuela en la encrucijada; las distintas “velocidades” en el desarrollo de los países que integran la denominada unión europea, que dónde la unión y por ende la igualdad; la caja blindada de Corea del Norte y que usa al hambre como arma disuasoria de la palabra; el interminable chorreo de agua radiactiva en Fukushima; la borrachera homófoba del tirano ruso; la xenofobia que se extiende como mancha de aceite sobre la faz del planeta; la Naturaleza que se rebela ante los latigazos continuos del homínido…

Y en España, el almidón en la camisa con la que se visten de gala y campan a sus anchas los estiraos, los del alzacuello, los que observan robotizados “la piel de toro”, los títeres que pueblan los escaños con derecho de pernada. Y en esto, el que parece bobo y que han enviado en celofán desde la Moncloa para regir (?) el destino de los andaluces. Los 15 seres humanos muertos de Ceuta y nadie, absolutamente nadie, se responsabiliza de ello. El sistema educativo, como tantas otras cosas, partido por la mitad. A golpes de decreto ley, caminando por un túnel en el que no se aprecia ni de lejos un resquicio de luz. La mentira oficiosa convertida en ofrenda diaria, como el pan nuestro, el pan que tanto y tanto necesitan tantas bocas abiertas en esta medio posguerra en que se transfiguró este país en apenas un par de años…

A ver si el panorama no es para sentirse hinchado por una cierta hartura.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.