Kafka trabaja en una compañía de seguros, pero en su intimidad prefiere escribir. Durante una jornada laboral más, se entera que su compañero de oficina y amigo Edouard Raban ha muerto en extrañas circunstancias. Dada su personalidad, sospecha de todo y todos, hasta que en su propia investigación se topa con un grupo de anarquistas ligados a Raban, y algo mas…
No es una cinta biografica, sino un thriller de ciencia ficción que aprovecha cada referencia o pasaje al universo de Kafka, en concreto a obras como El Castillo o El Proceso. Consigue mediante su mezcla de géneros, y un vaivén cuidado entre las vivencias de Franz y las alegorías en sus escritos, un conjunto balanceado que puede ser apreciado tanto por el casual, como un deleite para el conocedor de su trabajo. Soy del segundo grupo.
Posee una narrativa constante y es coherente consigo misma, a la vez que emula con total detalle las atmosferas sofocantes, la zozobra, la apatía, la paranoia, y sobre todo, la incertidumbre existencial de aquellos entornos y seres tan palpables en sus libros. Y aunque se percibe algo diluido, menos abstruso e inclusive accesible, está presente el sobrecogedor absurdo social que supone ese inherente nihilismo de la ya ambigua y convulsionada condición humana.
Para reforzar tal homenaje fluido e inteligente, Steven Soderbergh en su segundo largometraje, demuestra una magnifica destreza y conocimiento temprano del lenguaje fílmico. Compone exuberantes encuadres de turbadora belleza, con claras reminiscencias al expresionismo alemán en desconcertantes claroscuros de inmersión pura, además de un manejo de cámara elegante y dinámico.
Durante las transiciones de un género a otro en el relato, el tono jamás es alterado. Es un agudo tratamiento experimental, pero cuya progresión clásica es incluso de mayor degustación. Va a lo esencial de la experiencia cinematográfica; contar o comunicar lo que desea en una funcional armonía entre lo directo y lo implícito. Hay un profundo entendimiento del material al navegar por su cercana carga metafórica, transmitiendo lo atemporal y relevante de la retorica Kafkiana. Por ejemplo en ciertas escenas, también es posible emparentarlo con el cine de Terry Gilliam.
Además de mostrar las primeras señas de su carácter versátil en la meticulosa forma de la imagen, Soderbergh presenta un meditado trabajo en la dirección de sus actores; con un reparto sobresaliente que incluye a Jeremy Irons, Ian Holm o Armin Mueller-Stahl, quienes tienen cada uno un justo tiempo en pantalla. Son interpretaciones acordes y nada afectadas.
Es un acercamiento de una afable incomodidad, de por sí una paradoja, que si bien podría ir a terrenos aun más densos, se proyecta como una introducción lograda a los fascinantes, desoladores, e intrincados recovecos en los mecanismos de Franz Kafka.
Oscar Alejandro Cabrera Sánchez.