Cultura

Víctor y Álex. Javi Cuho (guión) y David Cantero (dibujo y color).

Víctor y Álex. Javi Cuho (guión) y David Cantero (dibujo y color). .nowevolution. Editorial.

 

“¡¿Cómo se te ocurre venir a buscarme al trabajo vestido así?! ¿Es que no te das cuenta de lo que haces…?”

 
Que mejor manera de empezar esta semana que reseñando un cómic en el que se desarrollan debates abiertos en la sociedad occidental hace más de treinta años sin que hayan podido cerrarse definitivamente a pesar de lo que algunos, optimistas, o idealistas, o quizá mal informados, o sencillamente malintencionados puedan decir. Temas como la visibilidad homosexual, la discriminación por razones de orientación sexual o si sería mejor no ser homosexual que serlo y por lo tanto si debe o puede buscarse un camino hacia la «heterosexualización» del mundo en su totalidad (en el supuesto caso de que sea viable).
En este sentido el texto de la obra que nos ocupa no puede ser más breve, pero quizá tampoco más claro o acertado. Lo cual es sorprendente si tenemos en cuenta la edad del autor del texto (que analizaremos por separado de los dibujos). Con veintidós o veintitrés años se embarcó el guionista en este proyecto que hoy vemos completo y que consistía en una historieta que aparecería publicada, por entregas, en la revista «Claro Que Sí» de la editorial La Cúpula, a lo largo de dos años. Las últimas páginas aparecían en 2006 y hemos tenido que esperar 6 años para ver la edición completa. Por lo tanto, estamos de enhorabuena.

La historia que se cuenta se resume de forma breve: dos hombres jóvenes que viven una relación de pareja, uno tiene un trabajo de oficina, es más serio, más circunspecto, y no ha revelado su orientación sexual a la familia; el otro vive de servir copas en la noche barcelonesa y se muestra desenfadado y abierto, sin secreto alguno sobre su condición homosexual, en lo que no tiene poco que ser su madre (personaje a tener en cuenta por ciertas reminiscencias de diseño con alguna «bruja» de Disney pero sobre todo por su divinismo drag, absolutamente divino valga la aliteración). El diálogo entre los dos se abre una mañana, desnudos en la cama, el mensaje es claro, uno le pregunta al otro si se tomaría una píldora que le hiciese volverse heterosexual, a lo que el otro contesta muy cariñosamente: No, no si ya estuviera enamorado de ti. Lo cual viene a decir que lo haría si no fuese así. Porque lleva su homosexualidad como una carga, como un estigma a esconder.

El debate es profundísimo y ahonda sus raíces en la sociedad misma. A día de hoy se siguen ofertando clínicas que supuestamente «revierten» la orientación. En pleno occidente contemporáneo. Por eso el cómic resulta de una total actualidad y mucho más profundo e importante de lo que podría parecer inicialmente (lo digo por aquellos que siguen pensando en que este tipo de formatos son para niños). Las sociedades no cambian a la vuelta de un lustro, ni las legislaciones son eternas e inamovibles como demuestra la Historia en general y la de nuestras Constituciones en particular, por poner un ejemplo. Por eso lo que en 2006 era actual lo sigue siendo hoy dada la cuestión de inconstitucionalidad planteada sobre el matrimonio homosexual y la puesta en tela de juicio sobre la «normalidad» del hecho en sí, que le sirve de fondo o fundamento.

Sobre la historia que se nos cuenta, totalmente contemporánea y atractiva para parejas jóvenes homosexuales por cuanto pueden sentirse identificadas, diremos que tiene sus mieles y sus hieles… y que se ha visto «ampliada» por los autores, que nos regalan unos añadidos que no habían visto la luz hasta hoy.

Los dibujos tienen la facultad de hacernos empatizar con estos chicos de rasgos bonachones (además de producto de muchas horas de gimnasio). Los sentimos como unos perfectos candidatos a ser amigos nuestros, a invitarlos a casa a cenar. Además de ponernos los ojos como platos en cuanto a los desnudos se refiere. Exageraciones de los atributos sexuales aparte, el ilustrador es muy rotundo a la vez que tierno en su acercamiento y nos trae unas formas que casan con las personalidades que Cuho ha atribuido a los protagonistas.

Un breve y exquisito placer para la vista que nos hará pensar cuánto trabajo queda por delante si queremos una sociedad avanzada, tolerante y justa con la homosexualidad, incluso aquí, en el Occidente Europeo. Un regalo muy hermoso para esta semana del Orgullo… o para cualquier otra.

 

Anexo: ¿Orgullo de qué? (Artículo de Opinión).

Aprovechando la obra Víctor & Álex y la semana en la que os encontramos aprovecho para, brevemente, explicar mi respuesta a la pregunta (a veces maliciosamente pronunciada) sobre el motivo por el que se ha de celebrar una fiesta del Orgullo Gay. Dejando de lado que el formato de la “celebración” pueda ser más o menos idóneo para solicitad con seriedad derechos o cambios de actitud de la sociedad, no es ninguna pequeñez utilizar la palabra Orgullo. Dice la sabia Wikipedia que:

“La noción básica del «orgullo LGTB» consiste en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera sea su sexo, orientación sexual o identidad sexual. El término escogido («orgullo»), tiene probablemente más sentido, desde un punto de vista filológico, en inglés que en español. En efecto, la idea que parece transmitir este concepto es más bien la de una dignidad intrínseca de cada ser humano, que no debe verse afectada por su conducta ni orientación sexuales. En tal sentido, la traducción más correcta debería ser dignidad LGTB”.

En mi caso añadiría que uno puede sentirse orgulloso de compartir algo con gentes que han aportado tanta belleza y sensibilidad al mundo como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Botticelli, Caravaggio, Virginia Wolf, Safo, Platón, Goethe, Tchaikovski, Lorca, Cernuda, Áscar Wilde, Terenci Moix, Álvaro Pombo, Mendicutti, Adriano, Antínoo, Tennessee Williams, Proust, Foster, Capote, Nureyev, Mercury Sócrates, Marlowe… y una lista larguísima de hombres del Arte.

Orgullo de haber sobrevivido, mejor o peor, a una oposición importante que ha existido a lo largo de más de dos mil años.

Orgullo de haber demostrado que se puede vivir y amar sin tener que hacer daño a nadie y sin tener que seguir caminos pautados por otros.

Orgullo de luchar por conseguir el trato humano y legal que reciben los demás hombres y mujeres, sean de un grupo minoritario (por ejemplo ganadores del premio Nobel) o de un grupo mayoritario (por ejemplo consumidores de pan).

¿Seguimos?

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.