En vísperas de que Ana Catana dejara los dormitorios de la Escuela de refugiados, después de cinco años de haber estado allí, una noticia conmocionó a Occidente. Fue un 8 de mayo de 1945. Según se cuenta en Morelia, la noticia se captó por radio. Norteamérica festejó ese día llamándolo el día V-E. «Victory in Europe». Españoles republicanos en el exilio supieron, aún sin confirmación, que el 30 de abril Adolf Hitler se habría suicidado en su búnker, junto con su amante, o esposa, Eva Braun.
Karl DÁ¶nitz, nuevo Presidente de Alemania, y Joseph Goebbels, Canciller, ambos nombrados por Hiltler antes de quitarse la vida, estarían dando órdenes: el retiro de tropas alemanas de Italia, la entrega de Berlín a los soviéticos, la rendición de tropas alemanas en Holanda y, el 5 de mayo, DÁ¶nitz ordenaría a todos los U-boots dejar las operaciones ofensivas y regresar a sus bases. En Reims, Francia, el Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados.
Dicen que el director del colegio, en actitud de avisar alegría y el fin de la guerra, golpeaba las puertas de los dormitorios de varones, iba de un edificio a otro, pidiendo atención y alborotando los pasillos, cada vez que hallaba a algún maestro: «¡Se acabó la mierda!», este fue su grito. Muchos niños españoles ya tenían la edad y la madurez para entender que la mierda que llegaba a su fin, era la guerra. La otra guerra en la que España no quiso participar. Otros ni siquiera imaginaban de que se habló durante ese día 8. Ana Catana sí, porque ese día era su cumpleaños. Cumpliría 15 años y se sentía importante, no sabía por qué, hasta que con las actividades y conversaciones del día, supo.
Al colegio, como si tal fin de la guerra, se vinculara a la suerte de cada niño en el colegio, llegaron los representantes del Consejo de la Hispanidad. El español Eulogio Celorio Sordo se hospedaba en la hacienda de Los Valdez de la Nueva IItalia que, en el primer lustro de 1930, tuvo sus encontronazos con la Confederación Michoacana Revolucionaria del Trabajo, organizada por Cárdenas.
La cepa italo-asturiana de Los Valdez estuvo administrada bajo la sombra de la Matrona Constanza y una base de inmigrantes, asociada a la Negociación Agrícola del Valle del Marqués que solía liarse en conflictos rurales con campesinos y patrocinar, con artimañas, brotes huelgarios que terminaban en asesinatos, como si con tales fines se hubieran generado. Durante el gobierno de Cárdenas, éste supo que la familia Valdez en 1924 apoyó los ‘huertistas’ y saquearon la ciudad de Morelia.
Hasta el año de 1929, por lo menos, con el culto a la señora Constanza apoyaron la rebelión cristera en Michoacán y daban dineros a un Consejo Falange-Iglesia que les llegaba a través de René Capistrán, a una Liga Nacional de Estudiantes Católicos.
No que se haya comprendido todo lo que pasó durante los primeros días de mayo; pero lo que fue realmente el Armisticio o fin a la Segunda Guerra Mundial, vino a celebrarse el 15 de agosto de 1945.
En realidad, la Derecha estaba triste. Los ‘sinarquistas’ se sentían derrotados y, particularmente, en Morelia, donde el mismo día del cumpleaños de Ana Catana, la rendición de los alemanes en Francia, ante el General Jodi y la declaración del V-E por los americanos, se murió Constanza, a la edad de los 60 años.
Lázaro Cárdenas sabía quién fue porque siempte estuvo rodeada de los alemanes poderosos del Estado de Michoacán y Guanajuato. Uno fue el Ingeniero Oscar Hellmuth Schreiter; otro, Otto Gilbert. Sus contactos en Michoacán eran los hermanos José y AlfonsoTrueba y Olivares. El hacendado Trueba fundó y dirigió el grupo Sinarquista de Morelia, en 1935. El mejor orador que pretendieron presentar, llamándolo la «Promesa del PAN», fue Pedro «Rodolfo», al que le llamaban el Apostador.
Mas, aunque La Base del surgente partido PAN (Acción Nacional), hasta entonces un movimiento cívico, lo cultivaba con adornos y virtudes de conocimiento que no tuvo, éste tenía una pinta de Adonis y las mujeres de los pueblos iban a verle a las tribunas, con la misma devoción que iban a los teatros a ver y escuchar al intérprete de «La Madrina del Diablo» o «La Valentina», Jorge Negrete o al galán de Guamúchil, Pedro Infante.
Pedro Valdez se sintió mucho más importante que todos los ídolos que dio esa generación de los «Tres Gallos Mexicanos»: Negrete, Infante y Solís, durante The Golden Age of Mexican cinema. El ego lo movía, como expectador, hacia un cine extranjero, y él alternaba, con gente de lealtades extrañas, cuyo racismo se ocultaba con retórica religiosa y política. Así al fornicario Pedro, Adonis-bestia blanca, con mucho esfuerzo instructivo de Salvador Abascal, se le utilizaba para elogiar al General Francisco Franco Bahamonde, sin decir su nombre, y entonces hablaba de un «salvador de México, restaurador de la hispanidad, en España y en las tierras aztecas».
A él, en particular, no le gustaba mencionar el Espíritu Católico, o la Tradición de la Fe», porque él no iba ni a misa; pero, hablar del Gallo Místico, sí le gustaba y pensaba que tener mucho gallo y espuelas se refería metafóricamente a la acometividad sexual. «Sex-appeal» fue término que él trajo a Morelia para referirse a que «nada hay que enviadiar a Clark Gable, si México da sus Valentinos… y Llegó por Quien Lloraban».
En 1945, año en que había muerto su madre, se sentía un poco culpable porque cinco antes dejó la Universidad. El está más en la juerga y los alcoholes, ya con varios hijos bastatdos, que en tomar responsabilidad. En 1941, cuando fue enviado desde España Eulogio Celorio Sordo para encargarse de la Falange uniformada en México, a él le ofrecieron que se educara en el Instituto Iberoamericano de Berlín, «si es que piensas que el Convento de San Juan Bautista Tiripetío, es poca cosa para tí». Había escuelas para españoles en Hamburgo, Bremen, Hanover y Viena. Los graduados eran comisionados como oficiales en el Servicio de Inteligencia militar del Ejército español, el SIM. «¿Y quién le va negar a Constanza los favores que ella pida si el mismo general Wilhelm von Faupel, cercano a Hitler, le envía en Navidad, saludos a ellas, tarjetas postale, que invocan salud y progreso».
Por eso, en 1945, su padre y él, se internaron en la sala-biblioteca más grande de la Universidad Michoacana de San Nicolás. Un enviado de Von Flaupel, el creador del Consejo de Hispanidad, de Madrid, formado mediante un decreto oficial del Estado español en 1940, va a disertar sobre el impacto en España de la rendición alemana y el fin de la guerra. Esta mini-conferencia reúne el poder germanófilo en México con los que, supervisados por Nazis y falangustas españoles, pensaron que tendrán el control de las operaciones del Servicio de Inteligencia Mexicano, aúm después que se acabe la guerra, «triunfe el Eje o fracase».
Muy bien trajeados, padre e hijo, uno más charro idealizado que el otro, Pedro, inmaculadamente emperifollado, a sus 25 años, se reinirán con Augusto Ibáñez Serrano y Alberto Mercado Flores, falangistas españoles, dos que siempre han dorado la pildora al decir que el «sueño incumplido de la Revolución Mexicana» ha sido «no librarla del totalitarismo comunista».
Alegaron que, por seis años, Lázaro Cárdenas alimentó con cuchara grande el apetito de las chusmas indígenas por el comunismo y que aún no se deroga el artículo 3 de la Constitución, «el cual impone a las escuelas, tanto públicas como privadas, un sistema de educación socialista». Mas el mensaje ahora no tendrá una tónica anticardenista. Han dicho que deben convencer a quienes les escuchen que «no somos antiestadounidenses», no vienen a elogiar a Hitler como «el gran azote de Dios, o genio militar, cuya misión sería la destrucción de Rusia, con los instrumentos de Dios». No pueden subrayar estas cosas cuando el FÁ¼hrer se ha pegado unos balazos y Karl DÁ¶nitz lo ha rendido todo.
«Somos lo que nos hemos roto en dos pedazos. El marco del discurso de Abascal ya no conviene. Ya, ni espacio vital para que Alemania se alimente ni conquistar minerales de la península de Kola en el norte de Rusia serán posible».
-Pero a la División Azul de España, a los hermanos hacendados Trueba-Olivares, a los hacendados Valdez, a los Validvia, a nuestra desaparecida benefactora Doña Constanza, a quien enterraremos con honores y razón es que estemos aquí hoy, a Melchor Ortega y Adolfo Maldonado -ex-gobernador del estado de Guanajuato y ex-secretario general en el estado- , traemos un especial mensaje de la Falange Española. «Estamos más fuertes que nunca». Y, como no hemos venido a llorar sino a enterrar a Constanza, la hermosa benefactora y, con el fin de dejar viva nuestra chispa en la antorcha de la Hispanidad, cuando salgamos de aquí, visitaremos la Escuela Industrial México-España para que sepa el Presidente Avila Camacho que no estamos en contra de que la niñez española tenga un espacio en el corazón de los mexicanos…. pero que sepa que estamos en contra de la educación socialista y que lo que ha sucedido, en 1945, es la oportunidad para que se
institucionalice un marco de competencia, democrática y partidaria, como la que el PAN propone; ya no hay que oponer unos grupos a otros, hay que entender a Zapata el agrarista y a Escobar y Juan Andreu, hay que conciliar a cristeros con vasconcelistas; hay que entender a las brillantes mentes de Porfiriato, de Sierra a Barrera… y en ese marco de reconciliación es que tenemos que escuchar el mensaje que sobre la Hispanidad nos trae Alfonso Junco, poeta sublime, religioso, guadalupano, periodisa, historiador y ciudadano valiente e insobornable, al llamaré el principal apóstol de la Hispanidad en México.
-¡Cómo fue de buena, la señora Constanza!-, dice la directora de la escuela. No era la primera vez que, en nombre de la familia Valdez, se cumple con algúm encargo, regalos en Navidad para las niñas, libros de la fe para la Biblioteca y visitas devocionales, con las que siempre se logra una adopción temporaria. Familas católicas de Puebla, Veracruz y Guanajuato, se han llevado a las provincias casi todas la niñas.
-¿Y a esa preciosidad por qué no se la han llevado en adopción?-, pregunta el poeta Alfonso Junco y ha llamado a sus secuaces cuando le explican que Ana Catana ha cumplido 15 años. Ha terminado el programa curricular que el colegio brinda con sus escasos medios. Ha solicitado una beca. Ella misma escribió, a uno y otro grupo, o funcionario, solicitándola. Quiere entrar a la universidad michoacana. El colegio la utiliza como una ayudante.
-Entonces tiene mente.
-Y belleza-, concluye Oscar Hellmuth Schreiter. -Parece alemana.
-¿A quién has escrito para que te ayude?
-A don Indalecio Prieto, de la JARE-, contestó ella. No tiene la mínima idea de quienes la interrogan No se huele cuán perversa es esta gente.
-No la jodas.
-¿Y no te han dado nada? ¿Por tu cumpleaños?…-
Alfonso Junco le promete un poema. Sin que pueda darse por enterada, porque le hacen ronda una veintena de hispanistas, Pedro, hijo, la escruta de pies a cabeza. Es mujercita de una talla mediana, esbelta, con muy lindas piernas, el busto apenas incipiente. Asegura él que ser tetona y tendrá un lindo talle, abultaditas nalgas. En par de años, habrá que seducirla. Será tan hermosa. El padre está bebiéndose sus labios, así de linda, en sus tiempos, fue Constanza, su mujer.
Y mira qué quinceañera y él todavía, jariosón. Es que la nenorra parece una artista y lo que la mata es su nombre. Una actriz del cine mudo le viene a la mente porque tiene el mismo nombre que su recién finada: la han llevado a la Catedral de Morelia como una celebridad de las Piedades Católicas; no de las películas mudas… Con The Easiest Way, una de ellas, Constance Campbell Bennett se hizo una de las estrellas mejor pagadas en Hollywood. Durante estos años de guerra, viajaba por Europa. Divertía a las tropas estadounidenses y recibió sus honores militares. Se casó con un marqués de Francia. Y Pedro la recuerda en escenas con Robert Montgomery.
Una mujer, esposa de José Trueba, convencida de que Ana Catana es una niña con promesa, con tan sólo mirar cómo reaccionan estos hombres, grita que tiene una idea. Organizar una Fiesta de Quinceañera para todas las que cumplan la edad este año. Una fiesta colectiva que les procure los vestidos, zapatos, chambelanes, música en vivo, que las divierta. Son niñas que han sufrido, que han sido apartadas del catolicismo y el cariño de sus padres.
-¿Te gustaría una fiesta? ¿Que vaya mucha gente, que te llenen de besos y regalos?
-No sé. No por mi cumpleaños. Por estoy feliz, sin fiesta. Se ha acabado la guerra. El director de esta escuela está tan contento como yo-.
-Quiero verte vestida de princesa-, le dijo el poeta que estaba allí.
-Yo me veo como una princesa sin vestir…
Todos contribuyeron al silencio cuando lo dijo. Quiso decir que ya lo es. Supuso que nadie lo entendió, o que fue mucha presunción para una niña que vestía con tanta humildad, haciendo milagros en las telas que ella misma cosía en el taller escolar.
[«En Memoria de Catana» es la biografía novelada de una de las niñas refugiadas, llegadas de España a México, con motivo a la Guerra Civil Española. Son conocidas como «las niñas de Morelia»].