Cultura

XENOFOBIA EN EL INSTITUTO ESTATAL DE LA CULTURA DE GUANAJUATO


Juan Alcocer Flores

Juan Alcocer Flores

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Esta carta de denuncia abarca mucho más de lo que su título refiere, pues el “estado de excepción” que se vive en Guanajuato y su gravedad, en lo que respecta a la cultura, así lo amerita. Pero, para atenerme al orden concreto de mi exposición, iniciaré con el enunciado para pasar después al resto con los alegatos.

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Xenofobia en Guanajuato

“Xenofobia”, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, significa: “Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.”

En la convocatoria para los “Estímulos a la creación y al desarrollo artístico del año 2010, en el punto 1 de los requisitos se pide: “Ser guanajuatense por nacimiento y presentar documentación comprobatoria de residencia en el estado actualmente, así como permanecer en el estado” (“estado” debería ir con la primera letra en mayúscula pero así aparece escrito, con falta de ortografía, en la convocatoria).

En Guanajuato por primera vez se exige para recibir un apoyo económico, para la creación y desarrollo artísticos, haber nacido en el Estado de Guanajuato, como si los artistas y creadores residentes, y no natos, no aportaran nada al enriquecimiento cultural de esta tierra. Con anterioridad, este requerimiento de carácter exclusivista no existía y tan sólo se limitaba a una restricción por residencia de cinco años. Debo destacar que Guanajuato es el único Estado de la República Mexicana que impone dicha penalidad.

Negar un apoyo económico a un artista o creador por su lugar de nacimiento sólo tiene un nombre: “xenofobia”. Artista y creador guanajuatense es todo aquél que reside de manera permanente en algún lugar del Estado de Guanajuato y que contribuye, con su trabajo, al desarrollo y promoción de la cultura, e incluso aquél que, habiendo nacido en Guanajuato, reside fuera del Estado. Ahora, que vivimos en un mundo global, menos sentido tiene establecer políticas culturales marcadas por la xenofobia, de un “patrioterismo estatal” que está fuera de lugar y ofende al sentido común. Querer ver lo contrario demuestra nada más que prejuicios e ignorancia, “valores” que, al parecer, el Director del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, el doctor pediatra Juan Alcocer Flores, imprime, como signo, a través de una política de carácter neofascista.

Si ya los apoyos económicos del Instituto Estatal de de la Cultura de Guanajuato estaban bajo la sospecha del fraude, cuando muchas veces se conceden por amistad, consanguinidad, conveniencia o compromiso, y siempre bajo una total falta de transparencia, ahora sólo faltaba someterlos bajo el peso del desprecio y la xenofobia. Desprecio hacia todos aquellos que por su lugar de nacimiento, aunque paguen sus impuestos, son retribuidos, por sus aportes a la cultura, con la divisa de la ignorancia.

El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora a pintores como John Nevin, Oscar Escalante o Dean Gazeley; ignora que Benjamín Valdivia, oriundo de Aguascalientes, es el “escritor guanajuatense vivo” con mayor prestigio en México, y que contribuye, con su labor como director académico del Centro de Estudios Cervantinos, a dar renombre internacional, como Capital Cervantina de América, a la ciudad de Guanajuato; y, asimismo, ignora que el español Eulalio Ferrer fue un generoso benefactor de  la cultura local. El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora, a fin de cuentas, la ignorancia que se desprende de sus propios actos.

Creadores insignes guanajuatenses, como son Diego Rivera y Jorge IbargÁ¼engoitia, triunfaron fuera de Guanajuato sin sentir el peso de la xenofobia, y hoy se les exalta cuando incluso despreciaron o criticaron, por las circunstancias que fueren, su lugar de nacimiento. Y les recuerdo la famosa frase que Diego Rivera le concedió a José Chávez Morado, cuando este último le invitó a pintar un mural en la Alhóndiga de Granaditas: “Á‰chatelo tú, que yo no voy a Guanajuato porque huele a caca.” Sin duda Diego Rivera se refería, con su apreciación olfativa, al ambiente conservador y retrógrado que aún pervive en Guanajuato.

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La cultura guanajuatense en caída libre

En Guanajuato, cada día más, se observa un notable retroceso en las políticas culturales implementadas por parte del Instituto Estatal de la Cultura, y es así desde que está al frente, como director, el médico pediatra Juan Alcocer Flores. Ahora, por ejemplo, la calidad de las exposiciones y muestras de los museos estatales han ido a la baja, cuando incluso medio Museo Casa Diego Rivera estaba, en plena temporada vacacional de verano, en el mes de agosto, con sus salas temporales vacías. La Editorial La Rana, para no quedarse atrás, bajo lineamientos del doctor pediatra Juan Alcocer Flores, ha dejado de apoyar a los autores guanajuatenses de literatura para centrarse en publicar, casi con exclusividad, libros infantiles, de artesanías y cultura popular, dentro de una raquítica actividad en donde la literatura nada importa. A lo anterior hay que unir el problema histórico, ya comentado, de falta de transparencia en la concesión de becas para la creación y el desarrollo artístico, ayudas, por otra parte, que de poco sirven en vista a la proyección de sus beneficiados: ¿Dónde están los creadores guanajuatenses becados en el contexto nacional e internacional? Nada se sabe de ellos; un total fracaso; dinero para vivir un año del cuento.

En este rubro se hace notar la ausencia de cualquier directriz encaminada a promocionar a los creadores guanajuatenses a lo largo del territorio nacional, y mucho menos en el extranjero. ¿Dónde están los convenios con otras instituciones para tal efecto? ¿Dónde las exposiciones itinerantes de los artistas guanajuatenses? La falta de imaginación y, lo que es peor, de criterios, es la tónica que predomina en una política cultural inexistente destinada a hundir, si se puede más, la cultura local y a sus involucrados, cuando una parte del presupuesto se gasta, por ejemplo, en remozar templos e iglesias, algo que debería hacerse de forma compartida entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Gobierno del Estado, mediante una partida económica librada para tal efecto. La falta de previsión y de lineamientos acertados se hacen patentes, cuando los apoyos a la cultura simulan un barco a la deriva que hace aguas por todos lados, esperando el momento de ser tragado en su abandono.

“Hay que acabar con la cultura”, parece la consigna de un Instituto Estatal de la Cultura que ya parece sólo un título, una figura decorativa, un rotundo fracaso, una muestra y ejemplo de mala gestión, cuyo acto simbólico, tras el inicio de labores de su director, fue acabar con el único taller literario gratuito en la ciudad de Guanajuato.

También es de destacar, en los escritores guanajuatenses, una total falta de valentía para alzar la voz, más cuando comentan por lo bajo lo que luego no son capaces de sostener, frente al poder, de manera crítica; escritores sin casta que se humillan intelectualmente para no perder sus privilegios, escritores con un discurso raquítico y pueblerino que no propone ni cuestiona, escritores que aspiran a ser, nada más, reconocidos como “luminarias” de la literatura local.

La cultura guanajuatense está en “caída libre”, lo que no es de extrañar cuando un médico pediatra, sin ninguna experiencia como gestor cultural, ni antecedentes en la materia, es el director de un Instituto ahora destinado desvirtuar su original propósito, y cuando los intelectuales guanajuatenses, si de verdad los hubiera, son cómplices, con su silencio, de tal devastación. Hoy más que nunca se hace necesario, aunque parezca una broma, la constitución de un Instituto Independiente de la Cultura de Guanajuato A.C. para solicitar un presupuesto al Gobernador del Estado, y realizar la labor que el Instituto Estatal ya no hace: el apoyo a los creadores y a la cultura.

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Firmado: Pablo Paniagua     http://www.escritorweb.blogspot.com

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.