Cultura

«Target: Patton»: el libro de Robert Wilcox y una meditación poética

El periodista investigativo y especialista en asuntos militares Robert K. Wilcox, autor de «Target: Patton: The Plot to Assassinate General George S. Patton» (Regnery, 444 páginas), por más de diez años, estuvo fascinado con la teoría de que el general George S. Patton fue asesinado. Cierto día descubrió y meditó sobre las confesiones de Douglas Bazata, hombre de acción, «artista, mercenario y héroe de guerra», «leyenda viviente de la vida real», e inició su propio proceso indagativo sobre el misterio irresuelto de la muerte del militar heroico que fue Patton. Bazata se atrevió a insinuar que él mismo fue comisionado por agentes de la inteligencia estadounidense para matarlo. No eran los días de plenitud organizativa de la CIA, pues, la Agencia se crearía en 1947, dos años después del accidente de Patton {Manuel Medina Anaya: «La CIA, su historia y su papel en el mundo de hoy».] y de su muerte.

A Wilcox interesaba, sobre todo, presentar una narrativa histórica, con hechos chocantes, fotografías y declaraciones de testigos presenciales que, sumada a documentos largamente ocultos y desconocidos, sirviese para arguir que Patton sabía que sus apasionados puntos de vista anti-soviéticos «pudieran costarle su vida». De modo que tras la desclasificación de los Documentos de Verona, Wilcox hilvanó los testimonios y documentos con la reseña posible de los «key players», personajes claves, en la conspiración como el General «Wild Bill» Donovan, jefe de OSS (Office of Strategic Services, la predecesora de la CIA); asesino dentro de la OSS; otro agente de la Inteligencia de la Armada y el mismo Josef Stalin. Stephen Skubik, espía de contrainteligencia del Ejército de los EE.UU.. Skubik, avisó a Donovan de que Stalin tenía a Patton en la lista de personas que debían asesinarse.

Ni el Presidente Ike Eisehower ni Patton se profesaron simpatías. Patton lo acusó abiertamente de interesarse más en su carrera política que en sus deberes militares. Tanto Bazata, como Wilcox, sugieren que Patton fue asesinado por elementos rudos de la cúpula militar de los EE.UU. porque Eisenhower, el futuro presidente, quiso deshacerse de él. «In the eyes of Eisenhower, … Patton could be the main stumbling block and the revealer of truth of what was then happening in occupied Germany». Patton, en adición, tenía ambiciones presidenciales y el deseo de desenmascarar a los «poderes en la sombra», entre ellos, sionistas e inmigrantes pro-soviéticos. Siendo. muy admirado por el pueblo estadounidense, Patton creyó que podía ser elegido presidente, riesgo no deseado por Ike.

Cuando ocurrió el incidente en que Patton abofeteó a un soldado por exhibir estrés y fatiga de batalla, Eisehower exigió como castigo que se le humillara al hacer que pidiera disculpas ante las tropas y las jerarquías de rango, tanto por escrito como en persona. Patton obedeció, no sin antes, comentar refiriéndose a Eisenhower: «Si eso pide es por ver quién es más hijo de puta».

Entre los rasgos caracterológicos y emocionales del admirado militar, recursos con que alimentaba su propia propaganda, vulgar y populista en esencia, estaba escupir insultos, una intensa judeofobia que le permitió referirse a «los judíos supervivientes, desplazados y traumatizados, como escoria siniestra». Y no sólo eso, Patton «confinó a los judíos en campos DP bajo sus órdenes dentro de recintos de alambre de púas, en fuerte contraste con su tratamiento hacia los civiles alemanes, admiración para los cuales nunca se molestó en encubrir», aunque de los soldados dijera que son «mongoles bárbaros». Vid: Sara Honig: La Tierra de la Libertad.

Si luchaba una causa de libertad, sería demagógicamente, porque Patton no entendió que más de 250,000 judíos que cayeron luchando contra los nazis. En las filas de los ejércitos que lucharon contra los nazis, participaron más de 1,500.000 soldados judíos. Parte del legado inhumano de los nazis fue el Holocausto, en el que se asesinó vilmente a 6,000.000 de judíos. Desarmados o mal armados, hubo 1.5 millones judíos en los ejércitos británico, ruso, de EE.UU. y hasta yugoslavos que enfrentaron abiertamente a los genocidas.

Patton hablaría sus pestes contra las tropas británicas porque detectó 30,000 hombres y mujeres judías en su ejército. En 1944, se les sumaron tres brigadas de la Brigada Judía de Israel.  La Brigada Judía ayudó a organizar la «Brihah», el éxodo de 250,000 refugiados judíos de Europa. Judíos que ya vivían en Palestina organizaron la inmigración ilegal por barco (también conocido como «Aliyah Bet»). Muchos de estos buques fueron interceptados por los ingleses.

En 1947, la nave «Á‰xodos 1947», transportaba 4,500 sobrevivientes del Holocausto hacia Palestina, Sin embargo, ésta fue forzada a volver a Alemania por los ingleses. En la mayoría de los casos, los ingleses detuvieron a los refugiados en campos de detención en Chipre. Está todavía poco publicitado y discutido, por las olas de judeofobia remanentes, que del total de 1.500.000 judíos participantes en la gyerra, 250.000 murieron en las batallas contra los nazis, el porcentaje más alto en proporción de todos los pueblos involucrados en el conflicto mundial.

Para Patton, esa «escoria siniestra» (sic.) no debía inmigrar a los EE.UU. Eisenhower pidió a Patton al menos que no los mantuviera en cautiverio, entre alambradas, y «Patton replicó sonoramente, ¿por qué debería?»  Según Susan Honig, otro militar estadounidense, el general George Marshall expuso en su oportunidad, él se opuso vigorosamente al reconocimiento por los EE.UU. del Estado Judío, o de su asilo político en los EE.UU. «a fin de ganarse a los árabes ricos en crudo e incitar a los temidos rojos».

El hecho es que la más grande organización judía de sobrevivientes, «Sh’erit ha-Pletah», presionó para lograr más oportunidades de emigración. Pero en los Estados Unidos había restricciones a la inmigración legal. Los ingleses limitaron la inmigración a Palestina y muchas fronteras en Europa estaban cerradas. Los Estados Unidos admitieron alrededor de 80, 000 refugiados judíos entre 1945 y 1952.

Obviamente, había diferencias de fondo entre los dos. Ambos fueron dos «animales sociales», en el sentido antropológico de Robert Ardrey, esto es, aquellos hombres en interacción de mando que no sólo buscan «dominar a sus compañeros»; sino que «lo consiguen. Y al conseguirlo alcanzan un grado jerárquico a los ojos de los demás (…) y la superioridad suficientemente satisfactoria quedará como norma para todos».

Pero, en el caso de Patton, su animal social se cuajaría con el modelo del guerrero. «Siempre la jerarquía ha sido más clara en la milicia, allí donde las tensiones de los combates hacían necesario desde muy antiguo dividir funciones y distribuir responsabilidades», como añadiría Ernesto Milá en El modelo del guerrero. Patton se siente en sus meros moles utilizando su consciencia de rango. Esta cualidad, instinto jerárquico, es inseparable de la condición humana y la naturaleza biológica, pero también se aprende, se afina y se combina con el instinto territorial, la agresividad y el instinto de supervivencia.

Al seguir el libro de Wilcox, encontramos que Patton se educó para ser ese guerrero intempestivo que deseaba ser. Desde niño, Patton leyó ampliamente los clásicos, enfatizando la épica e historia militar. Su padre cultivó el contacto con John Singleton Mosby, destacado dirigente de la Caballería en la Armada Confederada durante la Guerra Civil estadounidense y quien sirviera a las órdenes de J.E.B. Stuart y después como guerrillero. El joven Patton creció oyendo las historias de Mosby sobre su gloria militar y, a temprana edad, su obsesión fue ser un general y héroe por su propio mérito. En adición al hecho de que, por la herencia de sus abuelos, George Smith Patton, Jr. tenía antecedentes de vocación y servicio militar. Le corría en la sangre la fiera.

Para contraponerlo con Dwight David Eisenhower, animal social con una visión de dominio más amplia y sutil, y pensar que éste sería capaz de mandar a matarlo, hay que traer a la luz otros factores antes de crear el aura hagiográfica que elaboran otros historiadores alrededor del general, como es el caso Ladislas Farago, que con su libro, «Patton: Orfeal and Triumph», inspira la película sobre la vida de Patton que lo reentregaría como icon militar a las juventudes de 1970.

Por de pronto, prevalece un Patton que como militar fue, según se dice, la figura de la heroicidad material, soldado triunfador y adrenalítico, el más macho, «más exitoso, valiente y audaz» y, por tanto, habría de ser el más famoso y envidiado de los miltares en la historia contemporánea. Es cierto que el más sofisticado Eisenhower podía sentir que Patton le robaría mucha de su luz. Eisenhower fue el comandante supremo de las tropas de los Aliados en el Frente Occidental del Teatro Europeo de la Segunda Guerra. En cuanto a mando, Patton tendría que aprender que «donde manda el capitán obedece el marinero».

Como general de cinco estrellas, Ike Eisenhower fue el organizador del desembarco en el Norte de Africa en 1942 y del Desembarco en Normandía en 1944.

De Patton se habla como del sujeto, temperamental e indiscreto, impetuoso hablador, con ideas conservadoras que si bien «avergozaba contínuamente a sus superiores con su incensurable, poco diplomática e irrefrenados comentarios a la prensa», tenía la admiración de los Comandantes Aliados por sus tácticas de lucha, su liderazgo y comandancia sólida. «Patton was a complex, capable, and flawed leader». Y quienes le brindaron, en sus inicios, admiración pronto la transformaron en celos profesionales y envidia extrema. Comparado con Patton, Eisenhower sin ser liberal en el ámbito social ni promover leyes que ayudasen a disminuir la segregación racial, entendía mejor el mundo internacional. A diferencia, el animal social Patton funcionaba con ego espartano.

El héroe conquistador, en medio de la desolación, las pérdidas materiales y pérdidas civiles por brutalidad de la guerra, no entendería otra cosa que la necesidad de más fuerza y control. Es muy posible que él no midiera, en términos humanos, el balance de entre 35 y 60 millones de muertos, gran número de civiles, que había producido tal guerra. Tendría una necesidad neurótica de no enterararse porque, como organizador de destrucción y ataque, sensibilizarse de este hecho resulta acusador y autoconflictivo. La inteligencia militar para la supervivencia piensa de tal modo que la evolución de la humanidad, «se realizó, no a espaldas de las armas, sino gracias a las armas» [Ernesto MilÁ ] y la guerra se vuelve orgía de sangre.

Un ejemplo de los discursos con que Patton arenga a los soldados fue éste, en el que antes de la invasión de Sicilia, pide muerte sin misericordia para los italianos y alemanes: «When we land against the enemy, don’t forget to hit him and hit him hard. When we meet the enemy we will kill him. We will show him no mercy. He has killed thousands of your comrades and he must die. If your company officers in leading your men against the enemy find him shooting at you and when you get within two hundred yards of him he wishes to surrender – oh no! That bastard will die! You will kill him. Stick him between the third and fourth ribs. You will tell your men that. They must have the killer instinct. Tell them to stick him. Stick him in the liver. We will get the name of killers and killers are immortal. When word reaches him that he is being faced by a killer battalion he will fight less. We must build up that name as killers».

El general Patton no entendió los sacrificios y heroísmos del pueblo soviético. Los estudios confiables y objetivos indican que el ejército de la Unión Soviética sufrió 8.,860,400 muertos durante la Segunda Guerra Mundial, comprendida entre el 22 junio de 1941 y el 9 de mayo de 1945. Unos 26.6 millones de soviéticos, en su inmensa mayoría civiles, murieron durante el conflicto, según un estudio publicado por el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia a fines de la década de los ’90. Además cerca de 2.5 millones de miembros de las Fuerzas Armadas de la Unión Soviética fueron dados de baja como inválidos de guerra durante los casi cuatro años que se prolongó la Gran Guerra Patria, nombre con el que se conoce en Rusia la Segunda Guerra Mundial, contra Alemania y sus aliados. «Estas son cifras oficiales que han sido establecidas por un grupo de trabajo especial creado hace 15 años», declaró el general Alexandr Kirilin, jefe
del Centro de Memoria Militar (CMM) del Ministerio de Defensa de Rusia.

Es importante preguntarse el por qué de la fobia soviética de Patton. En las guerras, la rapiña, los ultrajes contra mujeres y otros delitos, no son privativas de ningún grupo. Kirilin alega que «147.000 militares soviéticos fueron condenados a fusilamiento por diversos delitos». El hecho es que los soviéticos combatieron en el frente este; el más sangriento de todos y en el que perdieron la vida alrededor de 25 millones de sus ciudadanos, entre civiles y militares. Si bien el frente oeste de la guerra fue dirigido por Estados Unidos, también pelearon en su apoyo las tropas ingleses, francesas, la resistencia italiana, los holandeses y demás pueblos europeos, quienes vencieron toda la resistencia nazi-alemana.

Después de 1942 Alemania ya se encontraba demasiado debilitada ante el embate soviético y era inminente su derrota al no haber podido hacerse de los yacimientos de petróleo del Cáucaso y del Oriente Medio. Los soviéticos habían replegado su industria detrás de los montes Urales. Sin embargo, los EE.UU. y el Reino Unido proveyeron de suministros a la URSS durante la guerra a través del corredor que se llamó El Corredor Persa. Alemania no pudo beneficiarse de los yacimientos de petróleo del Cáucaso ni del Oriente Medio, sumándose además para su enervamiento el que para debilitar aún más a las tropas hitleristas los campesinos rusos quemaban sus campos, cosechas y almacenes de alimentos. Durante el frío de la Siberia, se rendían en escapada los ejércitos alemanes.

Es sospechoso que, sin una agenda de mala propaganda y de antisovietismo, un hombre como Patton minimizara estos sacrificios y voluntad de lucha. No, por el contrario, el General Patton hizo voz de desprecio y desconfianza, pidió cuanto pudo que se les combatiera como si fueran enemigos. Estamos ante un Patton que fue criticado por enviar una misión de rescate, destinada al fracaso, por un sujeto / su sobrino / John K.Waters, cautivo en un campo de prisioneros, tarea riesgosa en medio de líneas de fuego enemigas, pero, al mismo tiempo, él propuso que todos los demás prisioneros y pueblos se rasquen con sus uñas. Criticaba a los países aliados que, al vencer utilizaban la fuerza laboral de alemanes vencidos, con tratamiento esclavizante, laudable razón, porque hay que tratar bien al vencido y aplicar justicia; mas tomó el motivo para solicitar que no se enviara a los PW’s (de los países amigos) a trabajar en tierras extranjeras, donde muchos
de ellos se mueren de hambre. No hay pues ninguna responsabilidad del militar en reconstruir ni enviar tropas para ayuda humanitaria.

Esta es la doctrina del modelo del rango que Robert Ardrey discute en Génesis en África y que parafrasea Milá: «(Hay) tres castas: una para cada modelo de personalidad. Una casta para orar. Otra casta para combatir. Y otra más para trabajar». A los militares, como Patton, le corresponde el instinto de jerarquía y mando porque son «como las manadas migratorias de patos salvajes o las manadas de elefantes migratorios: los fuertes van primero abriendo el camino; los más débiles se benefician de la senda trazada por los primeros, su esfuerzo es menor y sus posibilidades de supervivencia mayores». El modelo del guerrero: Ernesto MilÁ  Es decir, la casta militar no debe aceptar su situación de subordinación y la ausencia de privilegios.

En la administración de Eisenhower, las posturas de Patton se hicieron obvias. Uno de los Mariscales de Campo, cercano a Eisenhower, Bernard Law Montgomery, quien al parecer odiaba al General Patton, lo tildó de loco («mad man») delante de Eisenhower y su equipo de asesores. Patton golpeó con un manotazo durante los días de la Campaña en Palemo (Sicilia) a una persona en su presencia. «Eisenhower unfairly ordered Patton to stop at Palemo and the latter angrily replied whether to return». Fue, casi al final de la campaña en Sicilia que, a riesgo de comprometer su carrera militar, Patton abofeteó a un subalterno, que se recuperaba en un hospital con un síndrome de fatiga de batalla y lo insultó llamándole cobarde.

El muy publicitado incidente hizo que el General Eisenhower relevara a Patton de la comandancia. No pudo entonces combatir en Normandía. Los historiadores dicen que la invasión de Normandía en 1944 fue realizada para evitar que los rusos tomarán toda Europa, pero para entonces los soviéticos ya tenían a los alemanes en franca retirada habiendo, entre otras cosas, aniquilado al sexto ejercito. Se ha visto además que los EE.UU. entró en la guerrra, tarde, cuando lo peor va pasando y tiene la seguridad de ganar, pero su entrada fue inspiradora para los europeos, al contar con un aliado más contra Hitler.

Wilcox cuenta historia de Eisenhower y Patton con exprofeso, parcializado gesto, de menospreciar el aporte soviético en la derrota del fascismo y el nazismo. Cuando finalmente se dio a Patton una oportunidad de combatir en la Invasión de Normandía, comandando el U.S. Third Army, el general va con ventaja. Los rusos hicieron su parte. Al cuantificar lo sucedido, el historiador Charles B. MacDonald, concluyó lo siguiente: Desde el D-day en Normandía, los alemanes en el Oeste habían perdido tantos como 263,000 soldados, 49,000 quedaron permanentemente incapacitados y 8,109,000 fueron capturados. Las pérdidas de los Aliados fueron 186,900 soldados muertos, 545,700 heridos y 109,600 perdidos (más tarde algunos se hallaron muertos y otros repatriados como prisioneros de guerra.

El libro Target: Patton de Wilcox no contesta la pregunta del por qué la espera tardía para entrar en la guerra. «En los años del conflicto mundial los Estados Unidos habían consolidado una respetable industria armamentista, que alimentó no sólo su propio esfuerzo bélico, sino también el de todos los ejércitos aliados, incluido el de la Unión Soviética. El final de la guerra no podía significar la conclusión de ese ventajoso idilio entre producción e industria militar», nos dice la monografía La segunda guerra mundial. La verdad es que George Patton, al fin de cuentas, sería quien avanzaría por el centro de Alemania, siguiendo camino hasta alcanzar Praga en Checoslovaquia al acabar la guerra. Patton deseó haber avanzado hacia Berlín para arrebatar al Ejército Rojo la gloria de su conquista.

Esta frustración revela su obsesión de luchar por su propia gloria personal, sin compartir el mérito con los aliados, a diferencia de la actitud de Eisenhower, quien buscó «un equilibrio entre las exigencias de dos de los principales líderes militares de los Aliados», el general británico Bernard Law Montgomery y el californiano Patton. Este último no aceptaba pasivamente algunos hechos: según Wilcox, Patton denunció la connivencia entre el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Soviética para ganar la guerra, pintó a los soviéticos como enemigos irreconciliables. y criticó después de la guerra la ocupación soviética de media Europa, cosa que no se habría logrado sin el apoyo de los Estados Unidos. Jose Stalin y Eisenhower habían pactado en Yaltase había pactado en Yalta que la Unión Soviética tenía que conquistar el centro de Europa.

Eisenhower entendía las tensiones que se produjeron entre el Imperio Ruso, el Zarismo y el emergente bolchevismo. Para 1918, tras el triunfo de la Revolución Rusa, la oposición zarista lanza una guerra civil contra los bolcheviques en los primeros meses de 1918. El objetivo es aniquilar a los soviéticos, jóvenes obreros y campesinos enrolados en el Ejército Rojo. Se acude a las prácticas ejecutorias y terroristas habitualmente practicadas a gran escala por la Iglesia Ortodoxa Rusa durante el zarismo. Esto no es algo que el liderazgo estadounidense en esos años quiso entender. Menos Patton que, desde que fue comisionado como militar en 1909, fue un guerrista y durante la Primera Guerra Mundial, entre 1916-17, ya era un comandante en los nuevas unidades de tanques {«United States Tank Corps»] que sirvió en Francia. Después de esta guerra fue un vociferante defensor del armored warfare y de lacapacidad ofensiva de las nuevas armas. Es desde la
primera Guerra Mundial que comienza el «ventajoso idilio entre producción e industria militar».

No en balde Richard Barnet describe ese espíritu de época y su proyección ulterior en la Segunda Guerra Mundial: «La economía de guerra facilita una posición cómoda a decenas de miles de burócratas vestidos de uniforme o de paisano que van a la oficina cada día a construir armas atómicas o a planificar la guerra atómica; a millones de trabajadores cuyos puestos de trabajo dependen del sistema de terrorismo nuclear; a científicos e ingenieros pagados para buscar la solución tecnológica definitiva que proporcione una seguridad absoluta; a contratistas que no quieren dejar pasar la ocasión de obtener beneficios fáciles; a guerreros intelectuales que venden amenazas y bendicen guerras».

Para Patton, el choque ideológico entre comunismo y capitalismo comenzó en 1917, lo que provocó erosiones en las relaciones ruso-americanas comienza aquí. Y él se juzgó un héroe al servicio del capitalismo. Fue a la guerra no por lástima al maltrato de los judíos.

Quizás, por todo lo anteriormente dicho, como poeta escribí lo siguiente ante un amigo, poeta por igual que me emplazó a decir lo que pienso cuando critiqué su lealtad a ese bárbaro que él elogiara con sus versos. El poema que escribí sobre este mismo asunto fue el resultado de una meditación y es la siguiente:

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Meditación sobre el George S. Patton (1885 – 1945)

Un héroe como a usted le gusta
seguro que tiene extracciones espartanas.
Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos,
primeros custodios de las oligaquías,
traidores de la libertad, viejos imperialistas.

Si Atenas,Tebas, Argos se rebelaron
contra ellos, imagine, la historia de mi corazón
está en acorde. No quiero militares.
Que se me ofrezcan con su virtud, los pueblos.
Quiero individuos y comunidades, no ejércitos.

Usted quiere un héroe. Ha elegido
al joven George S. Patton, el californiano.
Querrá unas loas al general y al hombre
al que hoy se lo dota con la agenda
que lo infla, así lo pide la nueva cepa
de los confederados, y lo siento.
Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.

Estos héroes marchan a lo único que saben,
ir en rebatiña por el mundo no viendo a nadie,
jugar al tiro al blanco, neutralizar lo móvil
perfeccionando la guerra como un automatismo.
Se conforma usted con eso. Yo no. Patton
es prototipo de un hombre lastimero.

No es culpa suya. Quizás la genética explica
de perillas su ambición de matar y ganar rango.
Así, como él, fue su padre, abuelos,
bisabuelos. Tal es su ancestro.
Asesinos condonados y usted los heroifica.
Entre Pancho Villa y él, sólo hay colores
de hienas, grados. Un colmillo más,
un colmillo menos. Hiena de la Academia
uno, él. Hiena salvaje del campo, el mexicano.

No respetan ni a quién les rescata de la muerte.
Pienso en Joe Angelo, quien le salvara la vida
y Patton, agresivo, obediente, al servicio
del General Douglas MacArthur.

«Llévate 600 de las tropas de la Caballería.
Dispersa a bayoneta y gases lacrimógenos
a gente de tu pueblo, Bonus Army».

Son veteranos que protestan por un bono
en la calle. Ordenó: «Ve con la fuerza represiva.
Sácalos del área, Patton. Que no se vean ni a millas
del Congreso. Cállalos, ajótales tus perros de la ira.
Es orden del Pentágono. Que no te importe
que sean americanos, hoy son los inconformes
y nos fastidian. Duro con ellos, duro, Patton».

Y como si avanzaras, junto al brigadier Pershing,
del Octavo Regimiento de la Caballería,
contra los mugres bandidos de Pancho,
obedecíste. Pasaste por encima de tu hermano.

Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.
No importa su ingreso en la Orden Kappa Alpha
ni que en la Primera Guerra se haya vuelto
Comandante; que me hables de Patton
es como si me hablaras del general Lisandro,
artífice de la victoria sobre Atenas,
quien impuso el gobierno de los Treinta Tiranos,
no me converses de hombres que no sonríen,
tenso, rígidos, que dan bofetadas
a un subalterno enfermo y hay que exigirles
que sean corteses, disciplinados, humanos.

No. De ellos no porque la justicia que saben
se la hacen con el sable o la eficiencia
en el manejo del Colt Peacemaker.
Mucho antes de su servicio en la escuela
de tanqueros en Langres, Francia,
yo lo llamé un asesino, expedicionario,
espartano en el sentido que describe
Jenofonte cuando narra las batallas
de los Diez Mil y los sátrapas,
Tisafernes en lucha contra Agesilao.

Fíjate cómo son tus héroes y cómo
su ejército; mira yo prefiero diez mil monjitas
que fabriquen ronpope a un miltar
de esos. Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.

30-08-2004 / De «El libro de la guerra»,
de Carlos López Dzur

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Pie de grabado [AL GENERAL GEORGE S. PATTON (1885-1945), alias «Old Blood and Guts», «Coraje y Cojones», se le describe como una de las personalidades «más brillantes y complejas», «el general estadounidense más controversial durante la Segunda Guerra Mundial», «el administrador de la Alemania derrotada en la posguerra que sonó las campanas de alarma sobre el Peligro Rojo y la Amenaza Soviética», hito iniciante de la Guerra Fría. Precisamente, por este papel, en la reconfiguración ideológica y material de Europa, su figura y perfilación histórica hay que tomarla con pinzas. Para muchos, acólitos del Poderío Militar y las culturas hegemónicas, Patton es ya el símbolo de la ferocidad guerrera y la agresividad. Charles M. Province ha dicho, por ejemplo, que si algo se prueba con las estadísticas de muertos y heridos en la guerra, sería la capacidad del U.S. Third Army, al comando de Patton, para aniquilar al enemigo. Desde el comienzo de sus
operaciones en Normandía hasta V-E Day, se convalida la grandeza de Patton como eficaz líder batallador. Tan así que Adolfo Hitler mismo lo llamó «Crazy cowboy general»].

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.