Muchas obras presentan la figura de Jesús de Nazaret como un superhombre, un verdadero héroe que entregó su vida para salvar la humanidad, pero pocas destacan la figura humana que existe detrás de un nombre tan conocido. La reciente obra del teólogo Bernardo Pérez Andreo “Descodificando a Jesús de Nazaret” (Ed. Irreverentes) se centra en la naturaleza humana del pobre judío marginado que cambió la historia de muchas naciones. En esta entrevista, el autor rescata códigos objetivos e imprescindibles para entender la importancia de su acción pero también las claves personales que transformaron a este hombre sencillo en un hombre extraordinario.
Volver dos mil años atrás para reconstruir al auténtico Jesús
Descodificar a Jesús de Nazaret consiste en recuperar las claves que hemos perdido para entender al auténtico Jesús. Se trata de códigos lingÁ¼ísticos y culturales, rigurosos y verificables alejados del fantasioso “Código Da Vinci” que creó un sensacionalismo mundial. “Hoy en día, las ciencias nos permiten descifrar a Jesús”, explica Bernardo Pérez antes de señalar que su tarea consistió en escarbar en ciertas ideas para acercarlo al público. Una de las claves importantes para entender a Jesús es su forma de ser, basada en la misericordia (que en latín significa “dar el corazón” o “entregarse”). Así pues, la actitud de Jesús es de compasión y apertura, sobretodo hacia los más indefensos (mujeres y niños). Además, Jesús hace la propuesta de una realidad inclusiva en la que los ricos tendrían que ceder un cierto poder a cambio de la integración de los más débiles.
Las investigaciones teológicas se separan en tres principales ramas: la liberal, la New Quest (esencialmente existencialista) y la Third Quest (basada en la historia). El libro que aquí destacamos se basa en esta última perspectiva para recrear la existencia de un judío marginal del estrato más bajo posible, así como también lo sugiere John Meyers (autor representativo de esta corriente). Más allá de las ideas habituales, Bernardo Pérez describe a Jesús como un hombre laico que criticó a los curas y ofreció nuevas vías de progreso para la sociedad. De la vida política de Jesús poco se sabe, debido a que, en los últimos siglos, la Iglesia trató de diluir esa faceta y preservar esencialmente la moral y religiosa. “Sin embargo, lo político es algo que no puede ocultarse”, defiende el teólogo ya que, de esta manera, se desfigura a un hombre que propuso una alternativa social construida en círculos concéntricos y basada en el principio de mesa redonda que incluía a todos los marginados. Jesús habló de crear una nueva familia centrada en los lazos socio-afectivos que se oponía por ende a la familia existente, patriarcal y machista.
Un hombre revolucionario, humano y constructivo
Célibe en tiempos en los que la familia lo era todo, Jesús planteó una nueva sociedad verdaderamente rompedora. Aún así, Bernardo Pérez no considera que fuera un simple rebelde en el sentido de hoy ya que Jesús se oponía explícitamente a la injusticia con alternativas claras y desequilibrantes. Era mucho más que un rebelde: era un revolucionario. Y persiguiendo en esa dirección, el teólogo comenta que la resistencia de Jesús ante los romanos se parece en muchos puntos a la resistencia de los países bolivarianos frente a Estados Unidos.
Si bien es verdad que la información divulgada en su obra puede exaltar a los más ortodoxos, Bernardo Pérez explica que su obra no es una crítica a la imagen que da la institución católica. “Lo que digo en este libro está en acuerdo con la Iglesia. No se puede divinizar tanto a Jesús y, por eso, quiero recuperar al Jesucristo humano”. Eso sí, el autor se muestra crítico con la tradición platonística que lo describe como un aerolito y defiende que la imagen que presenta en su ensayo impresiona más que el “superman” al que estamos acostumbrados.
Preguntado sobre la visión que tenía el premio nobel José Saramago acerca de Jesús, el teólogo admite no compartirla. “Lo aprecio [el premio nobel] por su compromiso pero estoy en contra: la vida de Jesús nunca fue anodina”, contesta el autor. Antes de morir, Jesús tuvo que esconderse para protegerse. No era un revolucionario temerario, era un hombre discreto y contemplativo, que medía cada uno de sus pasos, pero, aún así, era conocido y temido por las autoridades. Su misericordia y apertura tampoco pueden considerarse anodinas y esta idea lo ilustra Bernardo Pérez con una última frase sobre la cual interesa reflexionar: “Jesucristo fue tan humano, tan humano, que sólo podía ser Dios”.