Cultura

Oh Jerusalén

El drama de la lucha por un estado. El drama de la lucha por seguir en su estado. Dos amigos, Bobby y Saïd, uno judío y otro árabe, que se conocen en Nueva York y se ven obligados a luchar entre si tras la creación del estado de Israel.

Drama anodino, excesivamente imparcial, sin posicionamiento político alguno. Película que, sin defender postura, defiende las posturas de aquellos que defienden sus posturas. Todos son buenos. Unos, por defender su derecho, su reivindicación de 2.000 años, a tener su estado. Otros, por que cohabitaban con los judíos en el mismo territorio sin beligerancias, pero sin estar ese territorio dividido. Elie Chouraqui se centra en la imparcialidad, en hablar de la amistad, pero no se plantea cuestiones fundamentales. Ni se compromete con ninguna de las posturas.

La historia es entretenida, da muchas pistas de lo ocurrido, de la ambigüedad de la Liga Árabe, de las disputas internas entre Irgún y Stern. Y la fuerza de la amistad. Ante todo, por encima de estados, banderas, luchas internas, cainismos… está la amistad.

El leitmotiv de la película es el significado de la palabra Jerusalén, que en hebreo significa ‘ciudad de la paz’. La paz es lo que buscan tanto Bobby como Saïd, los protagonistas. Pero no la pueden conseguir. Es demasiado fácil guerrear y demasiado difícil convivir. Pero los ciudadanos quieren paz. No quieren guerra. Quieren la convivencia que mantenían antes de la proclamación del estado de Israel. La convivencia entre religiones que tantos frutos dio en España. Pero los estados no son los ciudadanos. La guerra siempre la deciden los poderosos. Y siempre la sufren los ciudadanos. En Israel y en todo el mundo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.