Cultura

Ciudadanía Mediterránea

Jefe de Estados y Gobiernos - Cumbre de la Alianza de Civilizaciones

“La memoria despierta es contradictoria, como nosotros; nunca está quieta, y con nosotros cambia. No nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta. Quiere ser puerto de partida no de llegada. Ella no reniega de la nostalgia; pero prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie. Creyeron los griegos que la memoria es hermana del tiempo y de la mar, y no se equivocaron”. – Eduardo Galeano; Escritor uruguayo. 

 

Dr. Belisario Rodríguez Garibaldo

Abogado, Sociólogo, Periodista,

Analista Político, Profesor y Escritor

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El mar mediterráneo es el mare nostrum (mar nuestro) de nuestra civilización. Allí confluye como un punto de encuentro entre oriente y occidente, de interacción de culturas y pueblos, de intercambio cultural, social y político. Desde el origen de la civilización mesopotámica de Egipto, Persia y Fenicia, hasta el despertar de la civilización de Macedonia y Grecia, fuente de la civilización occidental, origen del concepto de democracia y ciudadanía de la Polis (Ciudad) y el Ágora (Asamblea de ciudadanos), que insuflaron a las civilizaciones latinas de Roma, Galia, e Iberia (Italia, Francia y España), siendo también un punto de desarrollo de las civilizaciones árabes y otomanas con el emerger del Islam del profeta Mahoma, y comunicante del hogar del pueblo judío desde el patriarca Abraham, que a su vez emergió a la luz del cristianismo de Jesús que fue propagado a los gentiles pueblos de Europa hasta adecentarse en el corazón del Imperio Romano bajo el reinado de Constantino.       

El lugar de una historia común de pueblos, culturas y civilizaciones, punto de encuentros y desencuentros, donde confluyen y chocan la tres grandes religiones monoteístas de todos los tiempos, del judaísmo, el islamismo y el cristianismo, el cual fue desde el medioevo formando lugar de origen a la civilización occidental, que surge desde el renacimiento del pensamiento clásico grecolatino hasta la ilustración moderna en donde se desarrolla gracias a la revolución francesa el concepto de ciudadanía a través de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano del 26 de Agosto de 1789, que tiene un desarrollo normativo y axiológico en la Europa moderna hacia todas las democracias del mundo. Sin embargo es válido diferenciar que la idea de ciudadanía europea, tan cercana de la Declaración de los Derecho Humanos de 1948 de las Naciones Unidas, tiene una distinción de plena realización en Occidente y la Unión Europea, pero que es de tan disímil desarrollo en la plena ciudadanía nor-africana, oriental y árabe que están imbuidas de la lucha anticolonial en búsqueda de la superación del subdesarrollo.

Hoy en las migraciones de pueblos y gentes del mundo oriental y africano, tanto al igual como en otros tiempos, buscan en Europa y otras latitudes democráticas, al desarrollo del goce de los plenos derechos del ciudadano, tan lejos de sus realidades patrias, en donde la pobreza, el subdesarrollo, la tiranía, la segregación y la guerra han campeado desde tiempos coloniales, y que observan en la democracia europea, su desarrollo económico, sus libertades y su respeto a los derechos humanos, un ejemplo de emulación, a la vez que un choque cultural, y en ocasiones un lugar en donde encontrar un hogar en el seno de una multiculturalidad mediterránea, que intenta alcanzarse mediante el encuentro de pueblos y culturas, en aras de conjurar a través de una necesaria Alianza de Civilizaciones a ese nunca inevitable mal del choque de Civilizaciones que profetizara Samuel Huntington, que tal vez podría ser el origen de los conflictos de nuestros tiempos actuales.

Esa gran Alianza de Civilizaciones que ha encontrado un punto de partida con la Cumbre Euro-Mediterránea, cuya sede geográfica es la península ibérica como punto de encuentro, confluyendo todas las ciudades con sus ciudadanos y ciudadanas de todos los pueblos, culturas y naciones del mediterráneo, desde Algeciras a Estambul, desde Gibraltar hasta Jerusalén, haciendo posible el entendimiento mutuo y el reciproco conocimiento que aleje a los fantasmas de la división y el miedo, que a la postre origina a las guerras, en aras de alcanzar la paz, el intercambio, el comercio y la multicultura. Hoy occidente tiene un compromiso de la promoción de las ayudas hacia la cooperación al desarrollo de los pueblos de oriente, del sur y africanos, en virtud que estos alcancen el desarrollo pleno de sus potencialidades como naciones, logrando el desarrollo económico, social, político y cultural, tanto al igual que Europa, siendo el consecuente sentido de otorgar estabilidad, paz y armonía en el complejo mundo de  nuestro tiempo, con el desarrollo de las libertades del hombre y el ciudadano, que tanto realiza en la democracia contemporánea, para que todos alcancemos a una ciudadanía global, unificada y mundial, que ya se hace sentir en el encuentro de la ciudadanía común mediterránea. 

Vislumbrando a la posibilidad de que los seres humanos aprenderemos a convivir en paz, lo cual a veces parece una quimera, pues si basamos nuestra premisa en la interpretación de las ciencias, bien parece de difícil encuentro, toda vez que nuestra naturaleza humana no hace ser territoriales, en donde la guerra, la violencia y la falta de entendimiento mutuo han existido desde la antigüedad hasta nuestros días, como atestigua la historia del mare nostrum mediterráneo. Pero siempre queda la esperanza – nunca inextinguible como el fuego prometeico, – que otra parte de la naturaleza humana, aquella que nos hace ser gregarios, comunitarios y por lo tanto ciudadanos del mundo, seres que aman y sienten empatía por las necesidades del prójimo, nos haga evolucionar hacia un mundo de paz, donde su base sea la vida, la libertad y la felicidad entre todos – y enmarco a todos – los seres de la tierra. Esa esperanza de que otro mundo es posible, en algún momento de la evolución humana y social, mantiene viva nuestra fe en la especie humana y en la plena utilidad de su virtud, que esperamos nos lleve a alcanzar a todas las naciones y pueblos en el siempre intento humanista de obrar en consecuencia a esta esperanza, en que algún día sea real en la realización del significante de la letra del bello preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América del 4 de julio de 1776 que nos dice: “Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.

 

 

* Nota: El presente articulo es una colaboración para la Fundación Baile de Civilizaciones

Web: http://www.bailedecivilizaciones.com/

 

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.