Cultura

Julio César: el dilema entre la mente y el corazón

Escenarios, 38

Seis montajes distintos ha tenido en España la tragedia ‘Julio César’, de Shakespeare, durante la segunda mitad del siglo XX. Eso demuestra que la obra del dramaturgo inglés mantiene su plena vigencia.

JULIO CÉSARUna nueva versión se presentó el pasado mes de mayo en Murcia, de la mano de Paco Azorín, en montaje del Teatro Circo, y tras pasar por el Festival de Teatro Clásico de Mérida este verano y haber recorrido otros destinos, se ha presentado en el Teatro Principal de Zaragoza durante el pasado fin de semana con un lleno casi absoluto en sus tres sesiones.

La obra está traducida por Ángel Luis Pujante y es representada por ocho personajes masculinos entre los que destacan Mario Gas como Julio César, Sergio Peris-Mencheta en el papel de Marco Antonio y Tristán Ulloa como Bruto. Toca temas tan actuales como el abuso de poder, la corrupción, la guerra y la lucha del pueblo por la libertad.

El planteamiento es esquemático en muchos aspectos: el lenguaje es depurado, llegando incluso a la rigidez expresiva, el vestuario resulta de una modernidad imprecisa, a veces contradictoria, la escenografía es tan escueta que se reduce a un monolito y a unas sillas, la banda sonora es breve e incisiva. El perfil de los personajes, entre los que no se cuentan las esposas de César y Bruto que figuran en el texto original, está muy bien diseñado, formando un elenco compacto. Según su director, “este proyecto es una buena imagen de lo que hay que hacer en estos tiempos difíciles, que es aunar fuerzas desde distintos sectores para hacer grandes proyectos“.

Mario Gas presta su imagen a Julio César, presentado como un gran caudillo militar, un hombre que asume todo el poder político, que quiere a su pueblo, pero que se deja arrastrar por la tiranía, aunque tras esa máscara aparezca un hombre débil, dubitativo y supersticioso, que no consigue superar su soberbia para alcanzar una actitud democrática auténtica, lo que desata las iras de los senadores que conspiran contra su vida arrastrando incluso a algunos de sus más fieles partidarios, como es el caso de Bruto.

El trasfondo intelectual de la obra de Shakespeare es la confrontación entre el bien público y el afecto privado. En medio de ese dilema navegan dos de los protagonistas emblemáticos de la obra, Bruto y Marco Antonio, que acabarán enfrentados después de haber tomado partido.

El triunfo del segundo y el suicidio del primero, junto con el de su colega e investigador Casio, proponen un nuevo elemento de reflexión. Estamos ante un conflicto entre la razón y la emoción, entre los caminos de la mente y los del corazón. Es ahí donde radica el núcleo del drama de Shakespeare, un dilema humano que aún no ha sido resuelto.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.