En su novela Parábola del náufrago, don Miguel nos quiere aproximar hasta un personaje esencial que no es el clásico héroe a los que la novela del siglo pasado nos tiene acostumbrados. Habría que decir que se trata, justamente, del tipo contrario: un perito calígrafo, un peón en medio del tablero, una pieza más en los engranajes fríos de la máquina burocrática sobre la que se instala el poder. Jacinto San José representa al náufrago inocente en un mar de intereses.
Kafka[1], en su celebrado y archiconocido relato La metamorfosis[2], ya planteaba una situación paralela (otra historia de una degradación humana) a la que vemos desarrollar a Delibes en Parábola del náufrago. Ambas historias no responden a la misma motivación inicial, pero los personajes se asemejan de alguna forma. Aunque en la novela de Kafka haya nueve o diez personajes en total y sólo uno principal, y en la de Delibes aparezcan veintiocho con uno o dos imprescindibles, se podría hacer un estudio comparativo de las actitudes tomadas por los dos protagonistas. Tanto el viajante de comercio de Kafka como el perito calígrafo de Delibes, tienen puntos de contacto. Ambos aparecen inmersos en un sistema laboral opresivo que les conduce a una paulatina degradación. El deterioro se produce a dos niveles, el físico -aspecto externo de los personajes- y el moral. Ambos terminan por convertirse en seres irracionales, incapaces de mantener una convivencia lógica y normalizada con otros de su especie.
La novela de Kafka, preciosa, tiene un final trágico, resaltando más, si cabe, la crueldad y egoísmo del hombre social. En Delibes se aprecia el deseo claro de mantener una línea recta hasta el momento justo de la inflexión, en el que se opta, de igual modo, por la metamorfosis de Jacinto San José como desenlace. Jacinto, tras el episodio de la cura en la cabaña de recuperación, sólo es capaz de sentirse uno más dentro del inmenso rebaño social que le rodea.
Delibes crea un final de insuperable humor cáustico, usando la ironía más cruda y dando así el tono preciso de gravedad crítica que requiere la culminación de su novela.
La obra de don Miguel ya es historia -magnífica historia- de la literatura española
Tanto Franz Kafka como Delibes dibujan -salvando las lógicas distancias- sendos náufragos sociales en sus respectivas novelas. Difieren los modos de presentación, el lenguaje, los planteamientos. Pero el mensaje, la consecuencia derivada de las dos parábolas, no deja de ser parecida. Y la influencia de Kafka en la novela delibiana es patente a todas luces.
La huella de Kafka no afectó sólo a Delibes en la España de posguerra, sino que se hace notar de manera general en una buena porción de prosistas y escritores. En Francia, Kafka tuvo su asunción en los autores existencialistas e incidió igualmente en los surrealistas. En España llega su influjo a través de autores como Samuel Beckett o gracias al movimiento de la nueva novela francesa.
En la obra de Kafka notamos cómo lo extraño pasa a tener valor de normalidad, y lo imaginario viene a bajar al nivel de lo factible. El absurdo se instaló en sus novelas. Absurdo, realismo mágico y cierto surrealismo son factores que vienen a señalar su peculiar escritura. Los personajes de Kafka –algo similar vemos en Parábola del náufrago– son gentes que parecen arrastrar una culpa siempre abstracta y ambigua. De modo que habría que hablar, sin miramientos, de unos paralelismos netos e indisimulados entre La metamorfosis y Parábola del náufrago.
Como señala el profesor Calvo Carilla en uno de sus trabajos, “A la España de los cuarenta y cincuenta llega un Kafka total: el sombrío del sinsentido de la existencia y de la atmósfera de pesadilla y también el realista mágico, descubierto ya por el surrealismo”[3]. Y añade más adelante: “La novela de Delibes es en su totalidad una pesadilla kafkiana, resultado, a mi juicio, de una lectura en modo alguno parcial o fragmentaria de la obra de Kafka. En este sentido es inexcusable la referencia a La metamorfosis, ya que en Parábola del náufrago se dan dos procesos de degeneración del hombre en animal: el de Genaro Martín (que se metamorfosea en el perro Gen, con la misma naturalidad que Gregorio Samsa) y, al final de la novela, el de Jacinto San José, quien se convierte en cabra sin que tampoco este hecho le produzca asombro alguno. Ambos -Genaro Martín y Jacinto San José-, son víctimas del poder sin rostro de Don Abdón…”[4]
Es evidente que ambas novelas son de una originalidad importante. En el caso de Kafka, su Metamorfosis revolucionó la concepción tradicional del relato, abriendo a su vez nuevas posibilidades expresivas formales en muchos autores que sintieron su influjo. En el caso de Parábola del náufrago, el mérito de don Miguel como autor ya no reside tanto en habernos dado una obra revolucionaria, sino en haber concebido un metódico sistema de crítica social engendrado y desarrollado desde la hondura intelectual y laberíntica de la esencia narrativa.
Leyendo a Kafka y a Delibes gozaremos siempre; la calidad se deja sentir cuando nuestros ojos se posan con curiosidad en la obra de autores solventes; y en cualquier caso, disfrutaremos sin duda de la riqueza y belleza del trayecto. Porque en cuestiones de disfrute literario no cuenta tanto el final del viaje como el viaje mismo.
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[1] Sobre la influencia notable de Kafka en los escritores españoles, ver CALVO CARILLA, José Luis, “La recepción de Kafka en la novela española de posguerra”, en AA.VV, Homenaje al Prof. José María Martínez Cachero: investigación y crítica, vol. 2, Oviedo, Universidad, 2000, págs. 277-288. Se puede acudir también al ya clásico texto de GARAUDY, R., Hacia un realismo sin fronteras, Buenos Aires, Lautaro, 1964. También convendría consultar UBIETO ARTUR, Mª Clara, “La recepción de Franz Kafka en España”, en Benno HÁ¼bner, filósofo y amigo: itinerario de un pensamiento. Edic. de María Clara Ubieto y Daniel F. HÁ¼bner, Zaragoza, Anubar, 1999, pp. 87-103.
[2] Este libro ha tenido numerosos padrinos editoriales. La edición más conocida en la España del franquismo fue la que hizo Alianza Editorial en 1966. KAFKA, Franz, La metamorfosis, Madrid, Alianza Editorial. Col. «Libro de bolsillo», vol. 4, 1ª ed., 1966. Entre 1966 y 1977, se realizaron once reediciones consecutivas de la novela en la susodicha colección, la cual llegó a ser muy apreciada por las juventudes universitarias del país. Franz Kafka (Praga, 1883- Kierling, Viena, 1924). Escritor de origen judío, ha sido considerado por algunos críticos el más digno representante de un cierto y primitivo «realismo mágico» europeo. Su obra se conoció después de su muerte, al ser publicada por su amigo el novelista Max Brod. Kafka estuvo influenciado por Pascal y Kierkegaard. Escribió con un estilo surrealista de gran sencillez y efectividad. La metamorfosis (1916), La colonia penitenciaria (1919), El proceso (1925), América (1927) y Diario íntimo (1948), son algunas de sus obras más célebres.
[3] CALVO CARILLA, José Luis, “La recepción de Kafka…”, Op. cit
[4] Ibídem