Música para el Otoño en el Teatro Principal
Consonancias, 23
Ya dice la sabiduría popular que por mucho pan, nunca mal año. Aunque estamos viviendo tiempos de carestía, con un final incierto, la fortuna sonríe a los melómanos de cualquier especie. Tanto los escenarios públicos como los privados están ofreciendo espectáculos de gran nivel, en Zaragoza y en otras ciudades de este territorio esclerotizado. También dice la sabiduría popular que la música amansa a las fieras, de modo que esta proliferación de sonidos contribuye a aplacar la inquietud interna –e incluso la ferocidad de espíritu que provoca la indignación generalizada– entre las gentes atentas y propicias a la cultura.
El Teatro Principal ha ofrecido en las últimas semanas dos espectáculos de signo muy distinto, pero complementarios. Por una parte, el que ofreció la Queen Symphonic Rhapsody, magnificando con recursos visuales y acústicos la luminosa trayectoria de este grupo británico cuyo líder, , falleció hace más de un decenio pero cuya magia sigue viva en la memoria de sus incondicionales. Por otra, la presencia de Wim Mertens, un veterano en la creación de sonoridades que intentan ofrecer horizontes de serenidad.
La ampliación de los recursos expresivos y el enfoque orquestal de una música tan intensa y perdurable como la de Queen, entusiasmaron a un público que abarrotó el teatro y que lo hubiera llenado igualmente en días sucesivos si la programación lo hubiera permitido. Esta música grande y espectacular, con unos solistas solventes y una orquesta muy bien conjuntada, tuvo como contrapunto el último día de noviembre la actuación de Wim Mertens, figura igualmente emblemática de los nuevos tiempos musicales, en los que el minimalismo sigue ganando adeptos por lo que tiene de arte y de expresión de sentimientos refinados. Para Mertens la música no es sino un vehículo con el que llegar más allá, un elemento de trascendencia pura que nos invita a compartir, por medio del cual desea reflejar la época que le ha tocado vivir. Su evolución estilística, dando entrada a canciones vocales, muestra el interés creciente por la voz humana como expresión de una sociedad que cada vez tiene más cosas que decir. Hay quienes piensan que es ‘demasiado moderno’ para los cánones de la música clásica y ‘demasiado clásico’ para los oídos más pegados a lo estrictamente contemporáneo. Á‰l afirma que la música dirige su vida por completo y que desde hace mucho tiempo se ha puesto al servicio de ella. Quien escucha sus composiciones con atención y las interioriza, no necesita un gran esfuerzo para aceptar su filosofía de la vida. Los aficionados que llenaron el Teatro Principal pueden dar fe de ello.
En medio de ambas presencias estelares, el jueves 29 apareció el escenario el consagrado cantautor Ismael Serrano, acompañado por su banda y precedido por un telonero que apunta buenas maneras, el madrileño de origen palestino Marwan. Serrano ofreció a sus incondicionales, que igualmente abarrotaban la platea y los palcos, un nuevo hito de satisfacción y esperanza.
En los tiempos difíciles, la poesía, el arte y la música son una manera de respirar.