Cultura

Dakota

Escenarios, 63

DAKOTA teatroHay comedias y comedias. Esta obviedad resume la gran distancia que hay entre unas obras destinadas simplemente a la evasión y otras pensadas para dejar poso.

Dakota‘, de Jordi Galcerán, con la que el zaragozano Teatro de las Esquinas ha abierto la temporada 2014-2015, pertenece al segundo grupo. Con un lenguaje chispeante, planteando situaciones jocosas, combinando elementos de la mejor tradición teatral y manteniéndose en el filo de la realidad asaltada por los sueños, introduce al espectador en un clima denso donde la reflexión camina al lado de la carcajada inteligente.

Dirigida por Carlos Martín, ha sido la pieza que Alfonso Plou, coordinador dramático del Teatro del Temple, ha rescatado para celebrar el vigésimo aniversario de la compañía que ambos fundaron y que tantos éxitos ha aportado a la escena española e internacional.

El argumento plantea una situación posible en nuestro tiempo: después de un accidente, Hipólito Jarama, un conocido médico estomatólogo, sufre extrañas visiones y sueña con personajes que predicen el futuro. En uno de los sueños aparece Laura, su mujer, liada con un sujeto que resulta ser el protésico dental que pronto se presenta en la consulta del dentista. A partir de ese momento, Hipólito tendrá un solo objetivo: comprobar si ese presagio, como los anteriores, se cumple en la realidad.

El protagonista, Joaquín Murillo, borda su papel estableciendo una conexión permanente con el público a base de gestos y guiños, convirtiendo a los espectadores en confidentes y cómplices de la acción. Eleva a su personaje a cotas donde es posible prescindir de los ingredientes estrafalarios que aporta su delirio onírico. Pronto, y con gran facilidad, se hace próximo, incluso entrañable, en su desgracia.

Junto a él, Laura, magníficamente interpretada por Yolanda Blanco, consigue armar uno de los lados del rompecabezas existencial que acosa al protagonista.

Luis Rabanaque, en la figura del protésico dental víctima de las sospechas del alucinado dentista, aporta un enorme caudal de comicidad con su lenguaje retórico y su risa metálica.

Por último, Francisco Fraguas, desdoblándose en diferentes personajes, interactúa a la perfección con el protagonista y establece el puente con un episodio trágico que sucede en los Estados Unidos y da título a la obra.

La imprecisa línea existente entre la realidad, la fantasía y la neurosis, así como la irracional tiranía de los celos o el profundo sentido de la paternidad, quedan nítidamente expuestos en la obra, el primer éxito de Jordi Galcerán, hace veinte años, ahora felizmente rescatada por el Teatro del Temple

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.